La venta de Isagén, una
magnífica empresa colombiana prestadora del servicio de energía eléctrica,
significa una pérdida económica significativa para nuestro país, teniendo en
cuenta que esta compañía se encuentra entre las 10 electrificadoras más
sostenibles del mundo y es un gran ejemplo a seguir en toda América Latina.
Para desgracia de la nación
colombiana, ha tenido que soportar por muchos años gobiernos que han demostrado
una incapacidad para implementar un modelo económico sostenible, que impulse el
desarrollo y la consolidación de las empresas colombianas, y, además, marcados
por una influencia norteamericana en las decisiones respecto a la economía
nacional.