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sábado, 12 de marzo de 2016

Vicky Dávila, una periodista de impulsos

Por Margie Name

El tema de “la comunidad del anillo” ha causado revuelo entre los medios de comunicación no sólo porque la fachada de institución honorable que ha  mantenido la Policía Nacional durante años decayó, sino por el debate sobre la ética periodística que no se hacía hace mucho tiempo en el país, en el que el punto clave es el cuestionamiento a Vicky Dávila, puesto que publicó el video de la conversación con alto contenido pornográfico entre el ex viceministro Ferro y el capitán Palacios.

Está bien que la controvertida periodista haya querido sacar a la luz pública las inadecuadas acciones de los policías, pero ¿qué la motivó realmente a mostrar el material? ¿Lo hizo por su compromiso con la verdad? Personalmente, considero que no pensó antes de actuar y que tampoco lo hizo por el afán de la primicia; creo que más bien tomó esa decisión llena de odio hacia el ex general Palomino, a quien ella acusó públicamente de chuzarla por tener información que lo perjudicaba.


El año pasado las investigaciones realizadas por la Fiscalía arrojaban que los seguimientos ilegales a la ex directora de la F.m. fueron hechos por altos miembros de la Policía y, aunque no se pudo comprobar con exactitud los responsables, el sinsabor del impase estaba latente. Lo más probable es que quiso vengarse porque también le invadieron su privacidad.

Dávila, por dejarse gobernar de sus impulsos, ha estado involucrada en otros “culebrones” y traigo a colación la entrevista que le realizó al pastor Roberto Padilla, responsable de la muerte de 32 niños que iban en un bus en Fundación, Magdalena. En vez de preguntarle al acusado su versión de los hechos, lo atacó de forma desmesurada diciéndole en pocas palabras que era un tipo de la peor calaña y no lo dejó hablar, ni siquiera para defenderse.

Otra inmemorable discusión la tuvo con el director de la Aerocivil Gustavo Lenis por un incidente con un controlador  en Manizales que no fue a trabajar porque la ruta no lo recogió y el avión se desvió; el director alegó que era una situación que se había salido de las manos y ella siguió ofendiéndolo  hasta colmarle la paciencia y llamarla “payasa”.


Esta vez Vicky se fue muy lejos, no midió las consecuencias de sus actos y tuvo que renunciar a la F.m. dejándome como reflexión que para trabajar en el medio y gozar de credibilidad hay que pensar con la cabeza fría.  

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