Por Daniela N. Escrucería
Aquellos que alzan sus voces, pero, de igual manera, no
son escuchados, son esos mismos que hoy están llorando por culpa de un país que
se cae a gran escala, dicen que por causa de un mandatario que no ha terminado
algo básico, como lo es el bachillerato y así pretende multiplicar lo que no se
puede y darle connotaciones diferentes a palabras de un solo género. ¿o no? “asistentes
y asistentas”, como generalmente suele cometer errores el señor presidente de
esta república.
Indignación infinita es lo
que hace sentir esta gran crisis que solo unos cuantos notan y que, al parecer,
solo causará efecto de ‘que importa los que murieron, Maduro seguirá de
presidente’ por aquellos vividores que están a expensa de las míseras regalías
que el plan de gobierno les da, promoviendo aun más el facilismo y la
ignorancia masificada de un pueblo calmado a punta de paños de agua tibia.
Esa miserable pobreza mental
es la que promueve un ex chofer de bus sin preparación alguna, que ahora es la
columna vertebral de un territorio dividido, pues ya muy bien lo dice el dicho
“no hay peor ciego que el que no quiere ver” y añadiéndole a eso diré que no
hay peor sordo que el que se hace para no corregir los errores que se le están
mostrando a simple vista.
Gracias a las pocas
oportunidades de este país que agoniza de hambre, educación y recursos, los
verdaderos profesionales son personas más del común sometidos a una dictadura
mediocre. Por lo menos, Hitler le daba
el bienestar a los suyos, pero ni eso consiguen los hijos paridos de esas
tierras que lloran valles de sangre viendo morir a sus hermanos de patria.
Pero quién ha dicho que toda
la culpa recae sobre el pobrecillo presidente que habla con los pajaritos, como
la pobre Blanca Nieves que no tenía con quien más compartir sus historias,
quien ha dicho que el peso de un país, que se viene condenando desde muchos
años atrás con un difunto, es culpa solo de un pobre cristiano que solo pretende
lo que para él se considera bienestar
para todos.
Como los cuentos de hadas,
siempre hay una bruja malvada que quiere gobernar por siempre y para siempre
sus tierras y traen consigo esos súbditos que la alaban arrastrándose por
migajas de pan. Es así como érase una vez un país que ya no valía nada para los
demás, gracias a que sus mismos habitantes vivían en una mentalidad pobre y se
unían a las causas que les brindaran cobija, así fuera a costa del sufrimiento de sus vecinos,
allegados o simplemente conocidos.
Aquí la culpa no es de uno
ni de unos pocos, aquí la culpa es de aquellos que están cegados por el
facilismo, por los que están sordos por las palabras endulzantes, por aquellos
que ven cómo rápidamente cae ante sus pies un país que puede luchar para salir
adelante y solo lo dejan hundirse con aquellos que si luchan por que así sea y
eso pase.
Viendo los toros de tras de
la barrera, es una corrida sangrienta que no solo se lleva oreas si no también
almas que quieren exaltar la nobleza de un país que pide agritos ayuda al lado
de esas personas que saben que lo importante para dar el paso hacia el cambio
es bajar del poder a ese personaje inculto que ha traído más desgracias que
victorias que se puedan recordar.
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