Por Madél Cuza Todaro
Muchos
samarios se han unido por una misma causa, salvar el último árbol de caucho que
queda en la ciudad. Ya ha pasado una semana desde que cerraron el lote para
concluir con la tarea de talar el árbol, pero no se pudo hacer, debido a que
una mujer se encadenó a los tubos.
A
la iniciativa de salvar este viejo árbol, se han sumado cientos de personas,
promoviendo la causa por las redes sociales, hasta se han recibido mensajes de
apoyo desde diferentes partes del país. En Santa Marta, esté árbol revive
muchos recuerdos, las personas convocan solidaridad para defenderlo.
Con
el Hashtag #SalvemosElÁrboldeCaucho cientos de ambientalistas han hecho
llamados en Twitter a todos para que este árbol no sea derrumbado. Ciudadanos
han creado una página de Facebook y ya cuentan con 857 seguidores, quienes
comparten mensajes y fotografías sugestivas.
“Las autoridades ambientales de Santa
Marta no tienen raíces”, dice un tweet.
El
árbol de caucho pretende ser remplazado por un proyecto que quiere llevarse a
cabo, llamado Gran Bazar. Es un nuevo centro comercial que se quiere
implementar en el centro histórico de Santa Marta, el cual contará con cuatro
niveles y capacidad para más de 270 locales comerciales, se le suma a esto
minitiendas, plaza de comidas, parqueadero techado y escaleras eléctricas.
El
gerente de este proyecto ha manifestado que no quiere problemas con nadie y
recordó que lo que está haciendo, lo está haciendo respaldado por la ley; en
ese caso, con el permiso del Dadma, que autoriza la tala de ese y otros árboles
más ubicados en el predio.
Nosotros,
como miembros de la comunidad samaria, pedimos que se considere la necesidad de
talar el árbol existente. Este árbol ha cobijado durante décadas a niños, jóvenes
y ancianos de Santa Marta.
A
la sombra de este árbol, ha volado la bola de trapo en los pies descalzos de
los primeros; los adolescentes han robado el primer beso de amor, y los
ancianos han reconstruido la historia de la ciudad con los recuerdos de los
contertulios. Somos conscientes de la importancia para el desarrollo de la
ciudad del centro comercial que se proyecta, pero también del derecho que nos
asiste a que se nos respete nuestra identidad comunal. Principalmente, porque
lejos de ser imposible la integración de ese árbol en el diseño del nuevo
centro comercial, ello es arquitectónicamente viable como exaltación del lema que
se le enseñó a los niños: CUIDEMOS LA NATURALEZA.
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