La semana pasada, por fin, la Corte Constitucional
avaló el matrimonio igualitario. Ahora, varios personajes políticos se oponen a
la adopción, obstaculizando el proceso.
La
Corte Constitucional dio un gran salto aprobando el matrimonio civil de las
personas del mismo sexo, y todo indicaba que esta era una nueva victoria del amor
frente a la discriminación y las creencias religiosas retrógradas, que, de
hecho, aún persisten en gran parte de la población colombiana. Sin embargo, lo
que parecía para muchos un sueño hecho realidad, no es más que un proceso a
medias que, por ahora, se vislumbra como una utopía.
Porque
sí, los homosexuales pueden contraer matrimonio como cualquier otro ciudadano
colombiano. Pero no, no pueden adoptar como cualquier otro ciudadano
colombiano. Una situación un poco contradictoria ¿no?
La
Constitución Política de Colombia contempla que todos los colombianos son
ciudadanos libres, por lo cual, incluso siendo homosexuales, deberían tener el
derecho de casarse, adoptar niños, que hay muchos huérfanos en el país, y
formar su propia familia. Pese a ello, y conociendo la norma magna, muchas
figuras políticas han manifestado su desacuerdo no sólo con la decisión de la
Corte, sino con la posibilidad de que los homosexuales puedan adoptar.
Como
el magistrado Jorge Pretelt, quien, con ponencia y todo, fue a decir ante la
Corte que prohibieran la propuesta; y la indignada senadora del partido liberal
Viviane Morales, que, cual demente obnubilada por su causa, se puso a recoger
firmas para que los homosexuales no pudieran adoptar.
Esta
casa editorial, en más de una ocasión, ha expresado su inconformidad y
desacuerdo con quienes ponen obstáculos, respaldándose estudios que ni siquiera
son publicados en revistas científicas con evaluación de pares y justificando
que intentan proteger los Derechos de los Niños, para impedir que las personas de la comunidad LGBTI exijan
los derechos que, como colombianos, poseen. No creemos que intenten “proteger
los Derechos de los Niños”, eso implicaría que ser homosexual es un peligro, no
lo es. Eso es homofobia.
Liseth
Castillo Mahecha
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