Por William Cadena
Aunque a ciencia cierta no
se supiera si Robin Williams seguía consumiendo algún tipo de droga o bebiendo
alcohol de forma clandestina, o cuáles eran las verdaderas causas para tomar la
decisión de quitarse la vida, es inevitable evocarlo en la mente sin verlo dichoso
y feliz.
Estaba enamorado de su
trabajo como actor y, seguía ejerciendo ese sueño desde la juventud, así que
eso era siempre lo que ministraba cuando le tomaban una fotografía, daba una
entrevista o aparecía en sus cintas cinematográficas. ¡¿Qué más podía exigirle
a la vida?! Tal cual se enamora una mujer de una flor, para alimentarla con
agua y ponerla todos los días bajo la luz solar con la protección de sus manos,
Williams se enamoró del oficio que había convertido en el estilo de vida más extraordinario
que jamás haya podido anhelar.
Lo cierto es, que Williams
no parecía tener razones para suicidarse. En realidad, nadie nunca piensa que
algún actor de Hollywood o algún millonario pueda tener deseos de asfixiar su
propia vida. Ellos tienen el dinero, el poder, la fama y la gloria; es decir,
tienen de forma integral las virtudes que todos nosotros queremos. ¿Por qué
imaginaríamos que alguno de ellos pensaría en matarse?, ¿acaso no tienen ellos lo
que la mayoría de seres humanos codician?
Después de todo, esto lo juzgamos
así, hasta que recordamos, que ellos son personas con sentimientos, con deseos,
pasados funestos en ocasiones y problemas como cualquier otro.
Aunque muchos de los famosos
viven en mansiones, aparecen sonrientes sobre la alfombra roja, con
deslumbrantes vestidos y prendas, rociados sus cuerpos con perfumes de marca,
que valdría el alma para cualquier ciudadano común y corriente; es decir,
aunque no tengan problemas económicos, sí pueden padecer de otros dolores y de
otras carencias.
“No soy católico, pero he
sido chico del coro. Una vez que empiezas con la Iglesia salen las dudas y las
preguntas. Lo más importante es que allí encontremos ayuda y consejo”. Robin
Williams dijo estas palabras en alguna entrevista, palabras que confirmaban a
cualquier audiencia de que llevaba consigo en su espíritu una seguridad y energía indestructibles.
Sin embargo, con esto, no es
que quiera dar una excusa a los lectores sobre por qué tal vez Williams se
suicidó, es más bien un comentario, una opinión personal genérica, de lo que
sucede en el alma cuando se encuentra carente, vacía, desahuciada, y puede
desencadenar una mal final para un cuento de hadas.
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