Por Pía Margarita Sierra Sánchez
En alguna ocasión, mi
querido escritor Julio Cortázar expresó que `Nadie baja de una sierra con diez machetes locos para acabar con un
ejército bien armado'. Es cierto, el país se encuentra en una revolución
que no es un juego. El paro agrario que está sufriendo nuestra patria es un
llamado inmediato a los acuerdos, al diálogo y a las políticas que beneficien,
por fin, a un pueblo que viene del campo y que vive de su naturaleza.
El paro movilizó a
más de mil campesinos por el abandono por parte del estado, por el miedo que
sienten hacia el futuro, por sentimientos como la incertidumbre que producen
las políticas inseguras concentradas en la pobreza y la desigualdad. Son protestas que
ayudan a resignificar el concepto de ciudadano. ¿Llegó la hora de nuestro
pueblo? Solo basta con ver a los campesinos, ellos lo están diciendo.
`La paciencia se agota', agregó el presidente Santos, aunque los
campesinos cedieron a desbloquear las vías, no se ha levantado el paro por las
políticas en desacuerdo del combustible.
Lo que más me preocupa e indigna a la mayoría de los colombianos, es que aunque
sepamos quiénes son nuestros enemigos, no estamos llamados a entrar en guerra, el
vandalismo se infiltra en las protestas que en un principio estaban encaminadas
al pacifismo.
El vandalismo, que
causó daños por más de $70.000.000 en la ciudad de Bogotá y que no sabemos
cuánto produjo en todo el país, es punto blanco para abrir las afirmaciones, como
las del Ministro de Defensa y el Fiscal general de la Nación, quienes dijeron
que la infiltración es notoria, que no es momento para que las Farc introduzca
sus ideales en las protestas de los campesinos, y sí es cierto, no es hora para
eso.
El 19 de agosto de
2013, otra fecha que será archivada para la historia del país, como proceso de
visibilización y de revolución. El pueblo siempre debe ganar, pero ¿estamos
preparados para ganar?, ¿se siente usted revolucionario?, el país debe pasar de
ser resignado a indignado, las protestas deben continuar, el campesino debe
seguir luchando por sus beneficios para no caer en las
consecuencias del TLC, los colombianos debemos pasar a ser ciudadanos 2.0 y
participar de un sistema político 2.0, las tecnologías ahora lo permiten.
Ahora sentarnos a ver
televisión y seguir leyendo el periódico para ver qué tan cierto será esa frase
que ayer me llenó nuevamente de esperanzas, 'Con el gran pacto nacional agrario el sector será próspero', y ser
testigos de la desaparición de los aranceles de los fertilizantes, de la compra
de leche por parte del estado y de la sumatoria de un billón de pesos más para
el sector agropecuario.
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