Por Fabiana Ramírez Ávila
El intelecto de
un ser humano no lo es todo, pero, sin duda, carecer de este o no adquirir una
educación de calidad que oriente y sustente sus conocimientos puede llevarlo al
conformismo y al fracaso. En Colombia, puede considerarse que, en estos últimos
años, la calidad educativa ha venido decayendo, y me atrevería a afirmar que esto,
en su mayoría, se debe a la inequidad social.
Es así, cómo al
hablar de educación, no podemos dejar de lado el aspecto social que rodea cada
rincón de la vida de los seres humanos. Respecto a lo anterior, con base en las
columnas de opinión de Guillermo Maya, publicadas en diario El Tiempo, “Educación: no es culpa de los maestros” y
“Calidad de la educación”, pienso
que es posible afirmar que los colegios y las universidades son escenarios de
la diferenciación de estratos, clases sociales, entre otros, reflejadas en la
clasificación de un institución pública, como para “pobres” o personas de bajos
recursos, y privada, para ricos o acomodados económicamente.
Por lo tanto,
pienso que, de esa manera, se va construyendo una barrera competitiva y egoísta
que alimenta la inequidad de oportunidades laborales que impactan socialmente;
lo que se manifiesta en la premisa de que la
preparación y el prestigio profesional del que gozan los estudiantes y profesionales
de Bogotá es superior al que tenemos los residentes del resto del país; una muestra
de ello, es la clasificación de tres universidades del país dentro de las 350
mejores a nivel mundial, las cuales son de Bogotá.
Así
mismo, considero que aunque los estudiantes y profesionales de la capital deban
posiblemente su lugar privilegiado a que la ciudad tiene una amplia oferta de
empleos, docentes nacionales o extranjeros muy bien calificados, entre otros, no
por ello podemos conformarnos con estar en el último lugar. Es aquí donde me
pregunto, ¿acaso, el resto del país no puede apostar a una educación de
calidad, tanto pública como privada, al contrato de profesores altamente
calificados, y así tener las mismas oportunidades en un futuro en el mercado
laboral?
Finalmente,
puedo afirmar que, mientras las brechas sociales sigan su curso y sigamos
cruzados de brazos, conformes con las exigencias actuales que aplica el país al
sistema educacional, lo más probable es que, si Colombia sigue calificando
entre las mejores universidades del mundo, las representantes no serán
precisamente de la costa caribe, o de las demás regiones del país, sino que
Bogotá mantendrá su lugar. Por ello, está en nuestras manos demostrar que sí
merecemos y somos capaces de asumir una educación de calidad, por lo cual el
gobierno debe verificar los modelos educacionales, y así mismo estar dispuesto
a realizar los cambios necesarios para beneficiar a todos, y no a unos cuantos.
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