La
actuación de los policías involucrados en los hechos en el ‘amanecedero’ en
Bogotá ha sido cuestionada; los familiares de los seis fallecidos, sin duda,
los acusan, pero muchos olvidan que también la ciudadanía tiene culpabilidad en
la tragedia que se registró.
Por Fanny Medina Ariza
En
los hechos ocurridos el fin de semana pasado en Bogotá, en el club nocturno
‘Nigth Club’, para los colombianos, los culpables de la muerte de seis personas
son los policías, que rociaron gas pimienta debajo de la puerta. Aunque
Medicina Legal determinó que esta sustancia no fue la causante del descenso.
Los
hechos, en general, son confusos: el uso de gas pimienta, las causas de asfixia
de quienes se encontraban en el lugar, el
actuar de los policías; sin embargo, no creo que la Policía tenga toda la
responsabilidad en los acontecimientos.
Bien
es cierto que no se debió usar gas pimienta como medio para provocar la
evacuación de los ciudadanos dentro del lugar, pero si estos lugares funcionan
ilegalmente y la ciudadanía lo sabe ¿por qué siguen asistiendo a ellos? las
personas que se encontraban en el establecimiento sabían que estaban expuestos
al ingreso de la Policía en cualquier momento. No hay necesidad de exponerse a
este tipo de peligros nocturnos en sitios ilegales, mientras los ciudadanos
sigan frecuentando los llamados ‘amanecederos’ o ‘clubes nocturnos’: es muy
probable que se presenten situaciones similares.
Así
mismo, la Alcaldía ha debido implementar medidas más severas para sancionar a
los establecimientos. No se justifica que el sitio nocturno ‘Nigth Club’
estuviera funcionando cuando ya había recibido sanciones y en ocasiones anteriores
estuvo sellado, precisamente, por las irregularidades en su funcionamiento.
Cuando
se presentan incidentes como estos, en los que influye la negligencia de
entidades que velen por el orden público como la Policía, es normal que los
colombianos evadan su responsabilidad en los hechos y culpen totalmente al
otro. Pero la realidad del asunto es que el actuar de los ciudadanos, los
policías y las normas débiles tienen culpabilidad en estos eventos que
involucran la vida de la ciudadanía.
Cada
acto tiene su consecuencia y no es solo el actuar de los demás, nuestro propio
actuar también influye. Como dice el viejo adagio, “es mejor prevenir que
lamentar”. Evitemos como ciudadanos consientes infringir las normas, para que
así tengamos la facultad de exigir justicia cuando sea necesario.
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