Por Ana María Gnecco
"Todos somos iguales ante la ley, pero no ante los
que se encargan de ejercerla". Este conocido refrán parece calzar a la
perfección en el polémico caso de la “reina” del chance Enilse López, mejor
conocida como “la gata”. Por más de 6 años, esta criminal de cuello blanco ha
logrado evadir la justicia con todo tipo de artimañas.
Si bien es cierto que el estado de salud de la
empresaria, quien durante, aproximadamente, dos décadas fue la mujer más
poderosa de la Costa Atlántica, gracias al negocio del chance, no es óptimo.
Medicina Legal ha dejado claro que las condiciones de salud de López no son un
impedimento para su reclusión.
A “la gata” la hemos visto en eventos sociales y
políticos, mostrando que aún tiene poder, paseándose por las carreteras de la
Costa Atlántica en camionetas blindadas con escoltas armados hasta los dientes,
burlándose de la justicia colombiana. Al momento de expresar su opinión ante
los medios, vemos una Enilse fuerte, decidida y amenazante, con las garras bien
afiladas a pesar de sufrir desnutrición severa.
Las preguntas que saltan a la vista son,
si no se tratara de la “reina” del chance, ¿no estaría esta mujer recluida en
una de las cárceles del país?, ¿acaso no se puede tratar la desnutrición,
principal problema de salud de “la gata”, en la cárcel? Muchas personas, en
peores condiciones de salud, están pagando su condena, ¿por qué Enilse no?, ¿qué
pasa con los órganos de justicia?, ¿son acaso las leyes estratificadas?, ¿por
qué tantas condescendencias con López?
Es triste que el
Estado proteja a una criminal que le ha causado tanto daño a este sufrido país,
y más triste aún que permita que una “gata” manipule a su antojo los organismos
judiciales del país que no han sido capaces de darle cumplimiento a la ley. Tantos
han sido los actos ilegales, crueles y despiadados que ha cometido esta mujer
que parece inconcebible que se le esté dando un tratamiento especial.
Enilse tiene a su
disposición un numeroso y costoso séquito de seguridad y de atención médica que
le permite continuar reinando en sus negocios, entre ellos la parapolítica. La
ley está hecha y la condena dictada, solamente nos queda rezar para que los
encargados de hacerlas cumplir se pongan los pantalones, destronen a la “gata
reina” y acaben con la función del “circo” en que se ha convertido la historia
de Enilse López.
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