Por María Cecilia Áñez Estrada
El paro agrario ya cumple 13 días de haber
iniciado, y hasta el momento no ha
dejado más resultados que sectores inconformes y vándalos que en medio de los
disturbios han destruido desde vehículos que se desplazan de una ciudad a otra
hasta locales ubicados en los centros de las ciudades.
Este paro, que comenzó el lunes 19 de agosto
como una protesta pacífica por parte de sectores del Agro colombiano como los
papicultores y lecheros, con los días y, ante la indiferencia del gobierno, se ha
convertido en jornadas de disturbios y enfrentamientos entre los campesinos y
la policía que intenta mantener el orden público.
Algunas de las acciones que han realizado los manifestantes van desde el
bloqueo de vías con bultos de alimentos, hasta el “cacerolazo” realizado el 26
de agosto como consecuencia a que el presidente manifestara que
“El tal paro nacional agrario no existe" y que “no son más de 10, 15 o 20 personas quemando llantas en algunas
carreteras para generar ese miedo en la población”
Yo creo que el problema no es la manifestación y la
protesta como tal, pues es un derecho ciudadano el hacer visible su inconformidad en
cuanto a algún tema y hacer escuchar sus peticiones, lo que no está bien es aceptar
el vandalismo y los enfrentamientos como los que se han venido dando y cuyo único resultado
son personas heridas y saqueos.
No se puede defender en este
punto a ninguno de los dos lados, pues ambos han sido generadores de excesos,
desde los policías que golpearon sin razón aparente a algunos periodistas en
Medellín y que han atacado a civiles y campesinos,hasta los civiles que han tirado bombas caseras a los
policías y no han dejado movilizar las misiones humanitarias y las ambulancias,
pero sí debemos resaltar actitudes como la de los manifestantes en Bogotá que
sin armas y solo con sus brazos detuvieron una turba que quería linchar a unos
policías o el policía que impidió que sus compañeros maltrataran a un civil.
Es justo que los campesinos
defiendan sus derechos y reclamen una situación más equitativa para sus
productos, lo que les mejoraría sus condiciones de vida, pero no estoy de
acuerdo con las peleas, los desmanes y los atentados contra la vida del otro.
Debemos entender que golpeando y maltratando a quien no comparte nuestra idea y
nuestro pensamiento no se gana nada.
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