Por María Cristina Fierro Rangel
El
vallenato es un género musical que se ha ido posicionando en la cúspide de la
canción. Gracias a aquellas personas que
le han dedicado alma, vida y corazón a
este género, han conseguido este
reconocimiento para la música representante de la costa Caribe. El vallenato, por su misma naturaleza, llega a
ser ese género interpretativo de sentimientos y situaciones de mucho de los
compositores.
Los
máximos representantes del vallenato se han ido quedando solo entre historias,
recuerdos y memorias de los apasionados
por esta música y seguidores de las nuevas voces. Dentro de
los juglares, entre compositores e intérpretes del vallenato, tenemos a Rafael
Orozco, Poncho Zuleta, Leandro Díaz, Rafael Escalona y Carlos Vives; este último,
se considera el principal incursor del
vallenato a las afueras de la costa Caribe y el mundo.
Pero
todo en la vida cambia y, lamentablemente, las personas no nacemos para
semillas como se dice en la jerga popular; aunque muchos de los juglares de la
buena música no se encuentren hoy con nosotros, tenemos la representación de
voces nuevas, catalogadas la ‘’ nueva ola’’.
La
‘’ Nueva ola’’ del vallenato, como se le considera hoy día, no es más que el
nombre de la canción del maestro Alejo Durán, que utilizó Luifer Cuello para su
primer C’d y que tiempo después fue utilizado para bautizar el nuevo movimiento
juvenil del vallenato. Este movimiento ha tenido grandes estrellas que aun se
mantienen, como lo son: Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, Luifer Cuello,
Felipe Peláez y el siempre recordado Kaleth Morales.
Si
bien estos jóvenes han logrado cautivar a un nuevo público con sus voces y su
mayor objetivo es el de mantener la esencia pura de lo que conocemos del
vallenato, en ocasiones, exaltan los límites por sus acciones y actitudes entre ellos
mismos, por el afán de ser mejor que el otro, colocando al vallenato en la boca
de la opinión publica, donde muchos lo tildan de bueno, mientras otras personas
solo expresan que el vallenato de hoy día no es ni rastro de lo que era en los
tiempos aquellos.
No
hay que perder el rumbo de los objetivos y si la idea es mantener nuestras
raíces vallenatas , hay que empezar por mantener la cordura ,viviendo en la armonía de trabajo, sin creerse mejor que el otro cantante y aceptar de manera respetuosa los logros
obtenidos por el amigo, teniendo en cuenta qué los une y cómo se comportaban
nuestros maestros.
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