Por Eduardo Marín Cuello
Analizar los retos y
tensiones de la praxis de ser docente en una escuela o facultad de comunicación
social y periodismo es sumergirse en un mar agitado, sobre todo si se tiene en
cuenta lo mencionado por Fuentes Navarro (2012) en su artículo Campo académico de la comunicación: Desafíos
para la construcción del futuro:
“En
medio de las múltiples divergencias y distinciones que se han generado a lo
largo del tiempo y el espacio en las escuelas universitarias de Comunicación,
la preocupación por el futuro parece ser una constante prácticamente universal.
La obsesión por responder (…) de la manera más inmediata posible, si esta
carrera "tiene futuro" y cómo será en todo caso, podría considerarse
un ingrediente intrínseco del campo, al menos en toda América Latina. (pág 41).
Esto me hace recordar
una clase de Teorías de la Comunicación, cuando aún era estudiante de pregrado,
en la que el docente daba a entender que esta ‘Ciencia’ tenía un futuro amplio
y por andar; partiendo de un pasado corto y armado a retazos de otras ciencias
sociales, principalmente de la Sociología -de la que él es un representante- y
además estaba mezclada con el oficio de periodismo. Y que al terminar la
carrera no seríamos ‘comunicólogos’ sino comunicadores sociales y periodistas: Un
híbrido.
De entrada, ese
ejemplo doxático -que ahora expongo- se me hizo claro al momento de hallar que
sí, que eso ha ocurrido. Que hay muchos comunicadores y pocos ‘comunicólogos’
–entendidos como aquellos que toman como ‘lo otro’, para estudiar, a la
comunicación-; lo cual ha generado una tensión fuerte y un reto del que no se
puede huir cuando se empieza a tomar la responsabilidad de formar a los nuevos
‘comunicadores’.
Ante este fenómeno de
mucho futuro por recorrer, entendido como la necesidad imperante de producir
más conocimiento científico acerca de la comunicación, el ya citado Fuentes
Navarro (2012) lo corrobora al decir:
“Una
de las muchas paradojas que atraviesan el campo de la comunicación es que,
aunque involucra a decenas de miles de sujetos (…), son relativamente muy pocos
(y notoriamente insuficientes) quienes han tomado como objeto de indagación (o
al menos de reflexión) sistemática la problemática que para tantos miles,
durante tantos años, ha parecido de la mayor urgencia atender” (pág. 42)
Luego,
Fuentes Navarro llega al punto máximo de la tensión y agrega que “Entre los muchos textos producidos por los
analistas académicos latinoamericanos de la comunicación, son realmente escasos
los orientados a formular las cuestiones esenciales del propio campo”. (pág.
42).
Entonces,
como primer reto y de acuerdo a Fuentes Navarro, hay que empezar a avanzar en
la producción del conocimiento a través de la investigación científica,
principalmente involucrando a la mayoría de docentes, para que se integren a la
producción de nuevos saberes epistemológicos, confronten en la práctica social ese
conocimiento académico y, además, se avance en la consolidación de la
especificidad disciplinaria y se refuerce lo que Mauricio Antezana, citado en
Fuentes Navarro (2012) “llamó una vez la
'determinación socio-profesional', que tiende a reducir el estudio
universitario de la comunicación a la reproducción de ciertos oficios
relativamente establecidos”. (pág. 44)
De esto propuesto por
Antezana en Fuentes Navarro, se puede indicar un nuevo reto, a partir de una
tensión propiciada –a veces- por algunos docentes de las asignaturas de
Comunicación provenientes del periodismo ‘puro y duro’ quienes tienen en sus
venas la pasión por este oficio conocido como el ‘Cuarto Poder’.
Esta
situación forma una disyuntiva sobre si se está formando periodistas o
comunicadores; entendidos estos últimos como los académicos y que serían
formados con una fuerte influencia de investigación científica, mientras los
periodistas se ‘formarían’, en muchos de esos casos, en un modelo educativo “artesanal”
como lo llamaron Pestano, Rodríguez
Wangüemert y Del Ponti (2011) al decir que este modelo corresponde a una
concepción de formación de periodistas en la que se “considera al periodismo como un oficio y el proceso formativo se
desarrolla exclusivamente en el entorno de trabajo. Se aprovechan los recursos
humanos, infraestructuras y productos del medio para que sirvan como docentes,
talleres y prácticas respectivamente”. (Pág 402). Esto sin duda, atasca el
proceso que se quiere realizar con la comunicación, de la cual se podría seguir
reflexionando pero la mayoría de autores tocan los mismos tópicos.
Ahora
hay que tocar otra tensión y es la que
deriva de la otra parte del nombre de la carrera: social y periodismo. Las
ciencias sociales y/o Humanas son el terreno del periodista que es un “cazador furtivo” en todas ellas, como
asevera Manrique Grisales (2012, p. 112) al citar a Kapuscinski (2003, p. 18).
Manrique
Grisales dice además que el periodismo, como objeto de formación, se revela
como “un incierto terreno abonado por
varias disciplinas de las ciencias sociales, las humanidades y la lingüística,
entre otras, en el que resulta difícil inscribir “al mejor oficio del mundo”,
como lo denominara Gabriel García Márquez”.
Pero
para explicar este fenómeno más a fondo, Manrique Grisales hace una
retrospectiva del caso Latinoamérica y –para favor de este escrito- lo aterriza
en Colombia, con lo que hace el siguiente análisis del periodismo y su relación
con la ciencia de la comunicación:
“Marques
de Melo (1997) recuerda que Argentina y Brasil fueron los primeros países del
continente que incluyeron al periodismo en el sistema universitario, en la
década de los años 30. Vallejo (2006), precisa que en Colombia fue la
Universidad Javeriana la primera en ofrecer estudios de periodismo en 1935.”
Con
esto se indica que el Periodismo, como tal, estuvo primero; pero ya se
notará cómo se unió a la Comunicación
Social.
“(…)
en la década de los setenta, un proceso alentado por la Unesco, a través del
Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina,
Ciespal, propuso homogenizar los programas universitarios en periodismo bajo el
rótulo de Comunicación Social. Para Marques de Melo (1997) “Ciespal comete la
equivocación de transformar las escuelas pioneras de periodismo en Facultades
de Ciencias de la Información sin evaluar la coyuntura internacional y sin
observar la naturaleza de los modelos vigentes en las sociedades capitalistas
avanzadas” (p.126). Manrique Grisales (2012. Pág. 112)
Lo
cual originó lo que Manrique explica citando al mismo Marques de Melo: la
creación de ““guetos comunicológicos”
al interior de las universidades, que en
los años 80 “convirtieron las escuelas de Comunicación en fábricas de
desempleados” (Marques de Melo, 1997, p.126)”.
Manrique
termina explicando, al citar a Samper, que cuando se mezcló periodismo con
comunicación se presentó la siguiente situación:
“Tengo
la idea de que lo que siempre llamamos periodismo, en un momento dado se
resolvió subirlo de estatus y ponerle corbata…
Entonces
se llamó Comunicación Social. Pero en aras de una discusión razonable, es
evidente que hay otra serie de carreras como la publicidad y las relaciones
públicas que podrían considerarse Comunicación Social y, por lo tanto, serían
hermanas del periodismo. (Samper, 2012 en Manrique Grisales 2012)”.
Sin
embargo, esa “fábrica de desempleados” y esa ‘hermandad’ del periodismo con
otras carreras que ‘también son comunicación’; mencionadas por Marques de Melo
y Samper, respectivamente, en Manrique; se pueden explicar bajo la óptica de lo
ocurrido en España al empezar a ser aplicado el “actual modelo universitario
específico” que exponen Pestano, Rodríguez Wangüemert y Del Ponti (2011) al
mencionar que la creación de títulos de comunicación que graduaran en
Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad y Relaciones Públicas
(Prensa, Medios Audiovisuales y Comunicación Organizacional, para el caso de la
Universidad Sergio Arboleda Santa Marta, donde egresé) hacen que no se mantenga
un referente teórico sino que se base en “la
búsqueda empírica de las competencias profesionales que deben poseer los
egresados” buscando “mayor sincronía
entre la educación superior y el mercado laboral”. (p. 409).
Es
decir, en la época en que el mundo empezaba nuevas dinámicas de mercado y los
modelos económicos se transformaban debido a la Guerra Fría, la Comunicación,
como ciencia social acompañada de otras, se funde con el Periodismo y crea las
actuales facultades que saturan al mercado con jóvenes que, aparentemente,
están entrenados para lo mismo; pero en el fondo están segmentados en al menos
dos ‘demandas’ del mercado laboral que, al tiempo, tiene pocas ‘ofertas’.
En
este sentido de Periodismo VS Comunicación hay que mencionar que se abre un
reto aquí al intentar dialogizar desde la teoría y la confrontación de lo
académico en la práctica a estas dos profesiones que, hace algún tiempo crearon
un híbrido muy popular en América Latina, y desde entonces han estado en
constante fricción por lo visto en Manrique Grisales (2012) quien expresa:
“Mellado
(2010) precisa que “las escuelas de periodismo y las facultades de comunicación
hoy se enfrentan a la dificultad de unir de manera armoniosa el contenido de
las técnicas periodísticas, con las bases teóricas y el estudio de la
comunicación social” (p. 277)”. (Pág 113)
Y
continúa en su cita a Mellado (2010. pág. 279) diciendo que esto se ha
propiciado porque “varios académicos
latinoamericanos (…) consideran que “la incorporación de los estudios de
comunicación ha dañado la identidad del periodismo”; mientras otros, “en cambio, aseguran que “ha sido justamente
la comunicación la que le ha dado al periodismo un estatus de profesión y no de
oficio” (p.113). Mostrando la disyuntiva que reta a construir un diálogo,
un acuerdo en pro de seguir hacia el futuro de la Comunicación y del
Periodismo, no sólo como oficio tradicional de ‘contarle el mundo al mundo’;
sino además como uno de los enfoques analíticos de la misma comunicación.
Finalmente,
un reto que no puede quedarse por fuera de este análisis es el de los avances
tecnológicos que mueven a la sociedad y alteran sus formas de comunicarse. La
Universidad, inmersa en la sociedad y, ya sea lamentable o positivamente,
influenciada por las dinámicas de mercado laboral (otro aspecto social sin
duda) debe empezar a acoger la enseñanza de la comunicación On-Line puesto,
según lo que señala Tejedor Calvo, S. (2008), en su artículo Ciberperiodismo y universidad: diagnósticos
y retos de la enseñanza del periodismo on-line:
“…la formación de
profesionales de la comunicación on-line preparados para responder a los retos
del nuevo escenario laboral que establece la red de redes se convierte en un
hito fundamental para las facultades de ciencias de la comunicación. Éstas han
de ser capaces de formar a los futuros profesionales en las nuevas destrezas y
conocimientos que exige Internet. Sin embargo, la universidad no ha logrado,
por el momento, salvo algunas iniciativas excepcionales, incorporar con éxito
el ciberperiodismo en sus planes de estudios.” (Pág. 25)
Esto
indica que este futuro cercano, inmediato y que evoluciona al instante a
‘velocidad luz de carga y descarga’ es otro reto que se suma a la escalera alta
que debe subir la Comunicación para ir recorriendo ese futuro amplio e ir
dejando en los compilados académicos agregados al poco pasado que posee. Para
lograrlo, la Investigación será el principal motor que permita entender la
esencia y la trascendencia propia de esta Ciencia que formó híbridos con el
Periodismo, que intentaba construir su propia razón de ser cuando se encontró
con hermanos ‘hijos de las necesidades de la sociedad’. El conocimiento que se
construya será proporcional al futuro que se devele. Conociendo la escalera,
empiezo a subirla.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
·
Fuentes
Navarro, R. (2012). Campo académico de la comunicación: Desafíos para la construcción
del futuro. Signo y Pensamiento, 16(31), 41-50.
·
Manrique
Grisales, J. (2012). Enseñar periodismo para leer y narrar la sociedad del
siglo XXI. Cuadernos de Información,
Enero-Junio, 111-122.
·
Pestano,
J., Rodríguez Wangüemert, C. y Del Ponti, P. (2011). Transformaciones en los
modelos de formación de periodistas en España. El reto europeo. Estudios sobre el mensaje periodístico.
Vol. 17, núm. 2, págs.: 401-415. Madrid, Servicio de Publicaciones de la
Universidad Complutense.
·
Tejedor
Calvo, S. (2008). Ciberperiodismo y universidad: diagnósticos y retos de la
enseñanza del periodismo on-line. Anàlisi: quaderns de comunicació i
cultura, Vol. 36, págs.: 25-39.
No hay comentarios:
Publicar un comentario