Actualmente, el país se ha visto envuelto en una de serie
de problemáticas que han traído consigo los altos gobernantes, el presidente
Santos no ha sido la excepción; expertos
sostienen que el deterioro de la imagen del Presidente y de su Gobierno obedece
a que la consulta coincidió con su realización durante los días más álgidos de
los paros y las protestas.
Cada vez, más colombianos se oponen a la firma de nuevos
tratados de libre comercio y a la llegada de inversión extranjera, pues, para
muchos, especialmente para el sector agrario, esto afectaría gravemente su
producción y para nadie es un secreto que este tema se ha manejado con muy poca
seriedad.
El país vivió dos meses de masivas protestas en el campo,
los campesinos cansados de cargar con abusos y atropellos que vienen desde la
Colonia, decidieron hacerse sentir, alzando su voz y exigiendo sus derechos; el
gobierno quiso imponer un “pacto agrario” entre el gobierno, empresarios,
ganaderos y latifundistas, que hasta el día de hoy es calificada como la “deuda
histórica” que fue aceptada por troyanos en el momento de la explosión del paro
y para desgracia aún está sin resolver.
El contenido de este pacto, según lo anunciado, marcará
el derrotero de la política de desarrollo rural de este gobierno, pero es de
saber que el crecimiento de la economía en Colombia muy poco beneficia a los
sectores sociales más vulnerables y olvidados del sistema.
Margareth Mejía Riveros
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