Lo conflictos de Colombia
crean esferas privadas, en la que solo se aceptan los que tienen tarjetas de
invitación, los llamados capitalistas; en otras palabras, los que gobiernan a
esta patria a través de dinero y de ideas. Gran parte de la historia de la
revelación agraria, comenzó en
Campoalegre, los campesinos fueron asombrados por la brutalidad del gobierno
que extirpó miles de sacos de semillas
en un relleno sanitario, fue el comienzo de una lucha entre los que no tienen
con los que sí tienen con qué defenderse.
La centralización del poder es
cada vez más conocida por los súbditos,
el feedback se incrementa al punto de
llegar a marchas y protestas que, como
derecho constitucional, se puede hacer cumplir y no puede ser vulnerado. Los
que vienen luchando, se acogerán a la nueva forma de producir y vender, la
estrategia de bajar precios para competir sanamente con aquellas empresas que
se tomarán el territorio a través de la tecnología.
La economía nacional coloca
en combate al mercado con las políticas internas del gobierno, la que tenga
mayor peso y poder es la que gana, y las
organizaciones se sumergirán en dilemas
riesgosos. La descentralización, es imposible cuando se educa un pueblo sumiso
y pasivo, pero el activismo es el camino para la creación de la esfera pública
con las que muchos sueñan. Todos pueden hacer uso de sus derechos.
El retrato de los tratados
comerciales, quedará en la historia, se convertirá en recuerdos como el paro
agrario que vivió el país en el mes de agosto de 2013, dentro del retrato
mental e imaginario se evocará las disculpas del presidente Santos a los
campesinos y a todos los ciudadanos. El
retrato se llenará de más integrantes cuando los que están en condiciones
precarias, los pobres y las minorías, hagan parte de la esfera privada a las
que no todos asisten, porque los señores capitalistas solo se entienden entre
ellos.
Pía Sierra Sánchez
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