Por Katheryn
Escobar Salazar
Las políticas mal organizadas del gobierno actual de Juan
Manuel Santos han llevado al país a la cúspide de la problemática que se vive
en Colombia, por el momento el sector agrario es uno de los más afectados.
La problemática no sólo reside en el gobierno actual, puesto
que el país ha tenido este tipo de políticas desde otros gobiernos, mas, en
este, Colombia hace parte de los países que aceptan importaciones y, de cierta
manera, exportan productos propios en busca de una mejoría de la economía,
pero, dicha exportación, basta la aclaración, no se está llevando a cabo. Las
políticas agropecuarias, en definitiva, no otorgan beneficios para los sectores
más necesitados, entre los que se encuentran aquellos que, se supone, deben
producir ganancias para sí mismos y para el Estado en su totalidad.
La repercusión que ha tenido la falta de modernización del
sector agrario y la injusta tenencia de tierras llegan a tal punto de computar
un conflicto social y político, del cual se desprende como principal víctima el
hombre del campo. La desigualdad entre el oficio del cultivo tradicional y los
nuevos productos otorgados gracias al Tratado de Libre Comercio, dejan al
campesino como acreedor de la decadencia económica, y la posibilidad de que
haya competencia entre el producto colombiano y el importado es nula.
El país atravesó por el paro agrario, del cual todos fuimos
conscientes gracias, no solo al despertar de los campesinos, sino también, por
la violencia que generó, incluyendo una docena de muertos y centenares de
heridos. Mientras tanto los registros declaraban un crecimiento del sector
agropecuario que nada tenía de coherente.
El dato no sólo pone en ridículo la protesta que mostró el
despertar del hombre del campo, también pone en balanza la reelección del
presidente Juan Manuel Santos, que, seguramente debe ser la única razón para
haberse comprometido con la mejora de sus políticas agrarias. Hasta ahora el
mensaje político del mandatario solamente nos lleva a calcular sus ansias de
poder que no se conforman con cuatro años.
En algún momento, tal vez en este mismo instante, el país en
su totalidad debe pensar en lo bueno y lo malo de la reelección, y es preciso
recordar al sector agrario, sus
políticas, sus supuestas mejoras, y,
sobre todo, evaluar el cumplimiento del
gobierno actual.
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