Las políticas mal organizadas del
gobierno actual de Juan Manuel Santos han llevado al país a la cúspide de la
problemática que se vive en Colombia; por el momento, el sector agrario es uno
de los más afectados.
La problemática no sólo reside en el
gobierno actual, puesto que el país ha tenido este tipo de políticas desde
otros gobiernos, mas, en este, Colombia hace parte de los países que aceptan
importaciones y, de cierta manera, exportan productos propios en busca de una
mejoría de la economía, pero, dicha exportación, basta la aclaración, no se
está llevando a cabo. Las políticas agropecuarias, en definitiva, no otorgan
beneficios para los sectores más necesitados, entre los que se encuentran
aquellos que, se supone, deben producir ganancias para sí mismos y para el
Estado en su totalidad.
La repercusión que ha tenido la falta
de modernización del sector agrario y la injusta tenencia de tierras llegan a
tal punto de computar un conflicto social y político, del cual se desprende
como principal víctima el hombre del campo. La desigualdad entre el oficio del
cultivo tradicional y los nuevos productos otorgados, gracias al Tratado de
Libre Comercio, dejan al campesino como acreedor de la decadencia económica, y
la posibilidad de que haya competencia entre el producto colombiano y el
importado es nula.
El país atravesó por el paro agrario,
del cual todos fuimos conscientes, gracias, no solo al despertar de los
campesinos, sino también, por la violencia que generó, incluyendo una docena de
muertos y centenares de heridos. Mientras tanto, los registros declaraban un
crecimiento del sector agropecuario que nada tenía de coherente.
El dato no sólo pone en ridículo la
protesta que mostró el despertar del hombre del campo, también pone en balanza
la reelección del presidente Juan Manuel Santos, que, seguramente, debe ser la
única razón para haberse comprometido con la mejora de sus políticas agrarias.
Hasta ahora, el mensaje político del mandatario solamente nos lleva a calcular
sus ansias de poder que no se conforman con cuatro años.
En algún momento, tal vez en este
mismo instante, el país en su totalidad debe pensar en lo bueno y lo malo de la
reelección, y es preciso recordar al sector agrario, sus políticas, sus supuestas mejoras, y, sobre todo, evaluar
el cumplimiento del gobierno actual.
Katheryn
Escobar Salazar
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