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martes, 8 de septiembre de 2015

Crisis fronteriza: una responsabilidad de Colombia y Venezuela

Aunque no todos los colombianos son la ‘plaga’ que impide el desarrollo de Venezuela, como lo ha querido hacer ver  Maduro desde una postura extremista, sí hay algo de culpa por parte del gobierno nacional.

Por Paula Garcés y Danya Balero

Es inaceptable el simple pensamiento de que un mandatario se valga de su poder para abusar de aquellos ciudadanos más desamparados, despojándolos de sus hogares y familiares, aún más cuando este divulga a viva voz los valores socialistas y democráticos que fundamentan a su estado. Sin embargo, la realidad es muy distinta a lo que predica, pues las acciones del gobierno venezolano y la situación de la frontera, y del país en general, dan poca fe de ‘solidaridad’, ‘igualdad’ y ‘libertad’.


Detrás de los ataques del presidente de Venezuela contra centenares de familias humildes en la frontera con Colombia hay razones e intenciones tácitas, dispares a las presentadas por Maduro públicamente. La primera es una estrategia de evasión. El mandatario está intentando trasladar la atención hacia la situación fronteriza para evitar que sean investigadas sus acciones, las cuales han sumido al país vecino en un desastre.

La crisis económica, la escasez de los productos básicos de la canasta familiar (importados en su mayoría), y la dramática disminución de los ingresos de los venezolanos, son derivaciones de la absurda dependencia a la renta proveniente del petróleo que la economía de dicho país ha poseído siempre, y que hoy, tras la caída de los precios internacionales del crudo, pasa su cuenta de cobro. Sin embargo, Maduro insiste en que es el contrabando fronterizo el responsable de desangrar las finanzas de un país entero que ha descuidado por años la situación de sus ganancias.

La segunda, una maniobra para mantenerse en el poder. La decisión de Nicolás Maduro de desplazar y culpar a los ya cuatro millones de colombianos refugiados, que tenían sus vidas establecidas en Venezuela, de los graves problemas de inseguridad y corrupción que este país presenta, disfrazada de sentimiento nacional, es una táctica para librarse de futuros votos en contra que podrían acabarlo en las próximas elecciones parlamentarias del mes de diciembre.

Sin embargo, no es mentira que en la frontera con Venezuela ha faltado una política para controlar esas zonas limítrofes, tampoco es falsa la presencia de grupos paramilitares y de las guerrillas de las Farc y del ELN en territorio vecino, y mucho menos se puede negar que es una zona marcada por el contrabando, problemática que ha empeorado la situación de los venezolanos debido a la devaluación del bolívar frente al peso. Y aunque no todos los colombianos son la ‘plaga’ que impide el desarrollo de Venezuela, como lo ha querido hacer ver  Maduro desde una postura extremista, sí hay algo de culpa por parte del gobierno nacional.


Nada va a cambiar si la situación se atiende con paños de agua tibia y no se llega a la raíz del problema. Aunque Santos haya tratado de llevar la fiesta en paz con el vecino país, al contrario de su predecesor Uribe, los diálogos y encuentros no han mostrado ningún resultado contundente, pues, al fin de cuentas, hoy en día, se siguen presentando crisis que dejan en evidencia el poco cuidado y análisis que el gobierno le ha prestado a estas zonas fronterizas, en las que, con el gran flujo de personas que circulan entre ambos países, también se comparten factores político-económicos, los cuales deben defenderse y continuar en paz.

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