Por Yaneidys Mancera Ariza
Tener doble moral es no
tener ninguna moral, es doblar las cosas para que siempre te convengan. Es como
tener dos personalidades enfrentadas. O termina ganando una de ellas o terminas
envuelto, porque ese doblez tiene su precio en la salud subjetiva y
psicológica. No se puede estar sensatamente sin coherencia entre lo que se cree
y lo que se vive. El ser humano posee algo particular sea religioso o no, se
llama conciencia razonable, y todo lo que haga en contra de ella no solo acaba debilitando
su moral sino destruyendo su persona.
Como país tenemos muchísimos
problemas políticos, sociales y económicos que están congestionados y hacen
metástasis, el sistema distinguido de herencia por ascendencia del poder y una
doble moral no contribuyen a realizar grandes cambios, prototipo claro nuestro
procurador Alejandro Ordoñez, con sus políticas medievales y su aspecto benéfico
que se basa en la desigualdad social ante la ley y el poder político.
O es que acaso el procurador
Ordóñez no se ha podido adaptar al siglo XXI, que tiene que oponerse a las
expresiones de afecto como besos y abrazos entre los estudiantes del país, sin
tener en cuenta que a corta vista es un hecho
más por entrecortar el independiente progreso de la personalidad y el desarrollo de las conductas propias de
las personas.
Todos sabemos que los
políticos de alto rango cambian el significado de lo que debe ser democracia, y
todo a su favor. Como acostumbra hacer nuestro procurador Ordoñez, un
segregacionista, un juez que mide con una regla moral simple y declina los
actos de los otros. Mostrar sus actos
religiosos y luego darse cuenta que todo se derrumba cuando sus
episodios como procurador, afectan al público y dañan su imagen cada día más
con sus innumerables oposiciones contra libre expresión; o es que hay que
recordarle que existe una Constitución Política donde están plasmados nuestros
derechos y deberes como ciudadanos.
La doble moral la podemos
comparar con la religión, así como cuando vas a la iglesia cada domingo, pero
los sábados y viernes haces y deshaces con tu vida, todo funciona como un ciclo
(cometes pecados y pides perdón, cometes pecados y pides perdón. Y nunca vas a
dejar de cometer pecados porque siempre vas a seguir pidiendo perdón); así, de
igual forma, pasa con la política, se muestra la personalidad de candidatos,
pero los actos de ellos opacan todo, absolutamente todo, se les olvida que
fueron elegidos o nombrados, según el caso para dar
soluciones y mejorar el país, y no para que se llenaran los bolsillos de dinero
y se dieran lujos mientras un país entero se derrumba lentamente.
En Colombia la política gira
en torno al famoso dicho de “predicar, pero no aplicar”.
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