Por Natalia Urrea Acevedo
El Conflicto Armado, un tema
que ha cargado Colombia por más de 50 años. Hacer alusión a este no es algo que
los colombianos ha de sorprender; o acaso varias generaciones no conocen de la bien
llamada época de La Violencia de nuestro país, es claro que sí, y es porque
esta sigue vigente aún. Sin embargo, no podemos dejar de lado que actualmente existen
unas negociaciones entre el gobierno y los principales propulsores de la
guerra: las Farc.
No es realmente mi interés
mencionarles qué es el Conflicto Armado o quiénes son las Farc, hago mención a
estos debido a varias circunstancia que como es de ser común en mi querida
tierra, termina siendo siempre más relevantes los fines políticos que los
sociales. Me refiero a aquella ruptura entre el Presidente Santos y el Senador
Álvaro Uribe; cosa que para nadie es un secreto.
Lo más interesantes de esta
reflexión es el motivo por el cual pasaron de ser “aliados” a “enemigos” y ahora
entenderá por qué lo contextualicé en el primer párrafo. Su división se debió a
la presente negociación que busca finalizar el conflicto armado,
aquella que es llevada a cabo en La Habana, Cuba, esa que involucra a todos los
colombianos, pero, a su vez, genera una gran discordia en el país: el proceso de paz.
Por un lado, los uribistas,
seguidores del expresidente Álvaro Uribe, consideran que existe una “paz sin
impunidad”, ¿a qué se refieren?, a eventos como el del Black Hawk, donde
murieron 16 uniformados, suceso sobre el cual Uribe asegura que el helicóptero fue
derrumbado; a los atentados terroristas que afectaron a Tibú, Norte de
Santander, dejándolos sin agua, y también a los explosivos que derribó una
torre eléctrica en Mercaderes, Cauca. Estos son solo unos ejemplos.
Para muchos, Uribe
“habla por hablar” o “twitéa por twitear”, y sí, lo hace en muchas ocasiones,
pero esto no quiere decir que sus muchas hipótesis como la del Black Hawk deban
ser descartadas por el simple hecho de ser un opositor del gobierno. Algo habrá
de cierto. O yo lo creo así. Pero, ¿qué pasa?, aquí viene la otra cara de la
moneda, la posición de, no lo llamaré santistas porque no es necesariamente un
grupo de seguidores de Santos, pero, sí unos pro negociaciones de paz.
Podríamos decir que casi la
otra mitad del país se encuentra en esta segunda posición, un dato estadístico
no comprobado, pero sí evidente. Son, entonces, estos los colombianos que
consideran que no se acaba la guerra con más guerra y que los atentados de los últimos
meses son un motivo mayor para seguir con el proceso. Aquellos que se
vislumbran con el reporte del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto
(Cerac), que aseguran que “el último mes de tregua fue el menos violento desde
1974”.
Pero lo que realmente creo, pretendiendo
ser diplomática, es que, aparte de la negociación entre el gobierno y la paz,
debería haber una reconciliación entre Uribe y Santos, pues solo existirá paz,
cuando la política no pretenda seguir jugando con las utopías de los
colombianos. No creo que ninguna persona que posea la nacionalidad colombiana
considere que el conflicto armado deba seguir, pero tampoco que exista una paz
jugada por dos bandos que solo estancan el mayor deseo para todos los que nos
encontramos en este país: Colombia.
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