Por Alfredo Chamorro
El
pueblo tricolor es una nación donde el gobernante en curso ha tratado de
liderar uno de los procesos más importantes para el cambio de una patria
hastiada de guerra, y que solo tienen una ilusión, la paz. Es, entonces, cuando
un ex presidente, sin mucho que hacer, pero mucho por decir en un medio de
comunicación, reproduce información sin muchos argumentos que ponen en
contraparte opiniones que, en poco tiempo, pueden cambiar el pensamiento de
gran cantidad de colombianos con respecto al gobierno actual.
Como
un perro que da vueltas y vueltas en su lugar de asentamiento, así va el diálogo
de paz que hoy en día está por culminar, pero ha sido muy demorado. Muchos
colombianos nos preguntamos ¿por qué tan lento los diálogos en La Habana? Es
inevitable saber que dentro de todo esto hay intereses públicos y privados y,
no hay que dejar de lado los personales.
El
presidente de la república, Juan Manuel Santos, en vez de agilizar las
negociaciones con los grupos subversivos, ocupa su gran parte del tiempo en saber
qué es lo que postea en sus cuentas el ex presidente, Álvaro Uribe, el cual no
debe entrometerse en su gobierno, es una cuestión más de respetos.
Es,
entonces, cuando ninguno de los dos mandatarios, uno presidencial y el otro
senador de la república, pueden enfrentarse públicamente, debido a su poca
sinceridad y transparencia en los años de gobierno. Es así, que me atrevo a
decir que la paz en nuestro país es una pelea entre cachorros, que no se sabe
cuál de los dos lime las indiferencias que se tienen y, de esta manera, puedan
agilizar los diálogos y tener la Colombia que muchos ciudadanos anhelamos.
La
paz en Colombia debe empezar como primera medida entre nosotros, los mismos
ciudadanos que la anhelamos debemos dar ese paso a la tranquilidad que es necesaria
para tener armonía en una nación. Adicional a esto, los diálogos de La Habana
ya sería una paz general, donde las Farc y cualquier grupo subversivo haga a un
lado ese pensamiento terrorífico y atroz de hacerle daño a los demás.
Lo
que queda es seguir viviendo en esta novela de caricatura, donde los medios de
comunicación son el transmisor de las ridículas y directas acusaciones del ex
presidente y senador Álvaro Uribe Vélez que ponen en conflicto cada vez más a
Colombia y del mismo modo viendo cómo aumentan las víctimas por las minas
antipersonas, los carros bombas y los enfrentamientos entre nuestro ejército y
los terroristas. Además, seguir viendo la pelea entre cachorros que transforman
la paz en utopía.
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