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viernes, 26 de septiembre de 2014

Carlos Vallejo: la naturalidad de un artista

Carlos Vallejo
Por Erika Beltrán y Ana Milena Sanmiguel

“Soñador, innovador y recursivo. Extrae del entorno alguna posibilidad para crear algo”. Así describe Juliana a su papá, Carlos Vallejo, el hombre que hace 28 años abandonó su natal Bogotá  para radicarse en Santa Marta, la ciudad que lo ha visto crecer como artista.
Y es que sorprende la versatilidad de Vallejo y el ingenio que desprende, el mismo que plasma en cada una de sus obras o proyectos.

Aquirium
Carlos ha combinado el interés por la escultura y la escritura, y una curiosidad largamente sostenida por el “arte naturante”, como él lo denomina, o como se afirma en la página Red-artistas del caribe: “el mar es parte esencial de su vida. En su taller frente a la playa de Plenomar en el sector de Pozos Colorados, trabajó inicialmente en la pintura representando plantas y animales, paisajes, retratos y bodegones, pero, luego, encontró en la escultura el medio ideal para plasmar sus ideas que siempre hablan de la naturaleza, el mar y la selva”.
“A Carlos Vallejo lo conozco, aproximadamente, hace unos diez años. Conozco al artista, conozco su trabajo; es un artista empírico que se ha ido formando, ha ido desarrollando múltiples técnicas. Principalmente, lo considero escultor; una persona que trabaja la madera, la trabaja en sus 3 dimensiones y, a partir de ahí, Carlos ha venido generando una obra interesante dentro de la cual la última versión de lo que hemos visto es “Aquarium”, y en esta se logra perfilar, a través de la curaduría que hicimos con él, su trabajo de una manera más novedosa, de una manera mucho más visual, y esto fue lo que se exhibió  en la Alianza Francesa de Santa Marta el pasado mes de julio”, señala Javier Mejía, Curador de la Alianza Francesa de Santa Marta. 

Comunión
Vallejo estudió (sin culminar) carreras relacionadas con lo que hace actualmente: diseño publicitario, diseño industrial, hizo cursos libres de pintura y escultura. Pero realmente podría llamarse empírico, porque lo que hace, particularmente, no se aprende en ningún lado, y él solo aprendió a tallar en madera.

“El arte popular no solo tiene que ser hecho por una persona que no tenga una formación académica, sino que, además, debe llevar un mensaje que entienda el común, sin necesidad de mucho entendimiento de arte, de bellas artes y esa cuestión” anota el artista, ganador de la segunda versión de salón BAT.

La Fundación BAT (British American Tobacco), anota en su portal web que: El Salón BAT de arte popular, “es  un espacio de difusión y reconocimiento a los artistas plásticos empíricos del país”; aquí se exponen las distintas modalidades, tendencias y expresiones de arte popular.

Ana Milena Sanmiguel con la hija del artista,
Juliana Vallejo
“Cuando se realizó el II salón BAT (2007), escogí una obra que ya tenía, la modifiqué un poco; y claro, cosa más popular que una cena no  hay, ese concepto es entendido en todas partes. Fue una cena, parecida a la última cena, pero para mí esa no era la última porque en realidad era una comunión; y sí, ocurría que estaban repartiendo el pan y el vino, pero estaban en una situación diferente. Era una perspectiva donde al fondo se veía Jesús y los apóstoles a lado y lado de la mesa, y todos estaban en camisa manga sisa, en fachas de tierra caliente; todos sentados en banquetas. Y es un concepto con el que se identifica la gente de acá, un tema bastante universal”, destaca Carlos Vallejo. 

Y es que tal como se destaca en el libro que compila las obras expuestas de la segunda versión Salón BAT de arte popular: esta representación de la última cena de Jesucristo, a la que el autor tituló Comunión,  “sorprendió al jurado calificador por la perspectiva en la que recrea esta obra del arte universal, y con ella, los volúmenes que logra. Una pieza absolutamente original. En razón a lo anterior, amplia fue la discusión del jurado de premiación, por la altísima calidad de esta obra en razón de las consideraciones mencionadas, obtuvo un reconocimiento como obra con mención especial”.

Aquarium
Valga resaltar  su faceta como escritor. A la fecha, Carlos Vallejo ha escrito dos libros, titulados El Viejo y Porvenir. Actualmente, se encuentra escribiendo un tercero, y al respecto anota que : “  La escritura fue una amortiguación bien buena para pasar de un estilo al otro, de una técnica a la otra porque antes estaba haciendo solo trabajos en madera, tallados con otra idea completamente diferente. Interesante porque consistía en coger un árbol, un pedazo de árbol, tal vez un cadáver; y este tiene historias que contar y uno también tiene otras; entonces, se entabla un diálogo muy chévere con el árbol, y de esas dos historias se consiguen unas piezas muy buenas. Pero pasa que este es un tipo de cuestión que poca gente le sabe leer a uno; eso lo sabe leer uno, es una cosa demasiado subjetiva y en realidad no estaba muy contento haciendo arte para mí, sentía que no estaba diciendo nada y tenía muchas cosas qué decir. Me puse a escribir lo que no había podía expresar en la madera”. 
    
-       “No se podía dejar caer porque, seguramente, no sería capaz de levantarse nuevamente.  Se estaba acercando al límite de sus fuerzas y se sentía supremamente agotado, a punto de derrotarse, cuando en esas alcanzó a distinguir, a lo lejos, su magnífico roble, que ya era un árbol extraordinario por su tamaño, por su frondosidad y por su fortaleza.

Y fue esa misma fortaleza la que le infundió el gigante para restaurarle considerablemente los ánimos; lo reconfortó y le ayudó a reincorporarse. Ese árbol significaba mucho para Viejo. Habían crecido juntos, literalmente, porque a medida que el árbol progresaba, Viejo se involucraba más con la naturaleza, asimilando las virtudes y las revelaciones espirituales de su entorno mutuo”. (Extraído de su libro “Viejo”)

Javier Mejía, con las periodistas  Erika Beltrán y
Ana Milena Sanmiguel
No menos importante es su sentido de pertenencia por la naturaleza. Vallejo se ha destacado por ser un hombre ecológico y así lo demuestra en uno de los proyectos que viene desarrollando, “el pez caneca”, unos peces elaborados en metal, instaurados en algunos espacios de pozos colorados, con la finalidad de servir como depósitos de materiales reciclables.

“Hay que hacer algo por la naturaleza, y ahí fue cuando se me ocurrió implementar una técnica para recoger la basura de una manera bonita, didáctica, para que la gente se pellizque. De aquí nacen los pescados canasto, ya hay varios por ahí, la gente reacciona increíble a ellos;  efectivamente, estos peces cumplen con su objetivo a cabalidad. Ahora me veo en la necesidad de hacer cantidades y con eso podemos empezar a crear consciencia ambiental, a organizarnos. Qué bueno sería que cuando viniera la gente a Santa Marta encontrara una ciudad más organizada, más consciente. Es bonito ver a los niños que llegan con las botellas que guardaron durante la semana para traerlas al pescado. Y sería también muy chévere hacer unos pescados específicos: para depositar los celulares que ya no sirven, los empaques de remedios, la ropa y los zapatos viejos etc.
Santa Marta puede lograr ese valor agregado, ser una ciudad que trabaja por la naturaleza, que trabaja por la ecología  y teniendo la Sierra Nevada es completamente lógico que empecemos a poner manos a la obra”. Resalta el artista.

Aquarium, su más reciente obra

Zoila Caro
Hace dos años, Carlos emprendió la construcción de diez peces gigante, obra a la de denominó Aquarium.  Son peces, producto de su caminar por la playa, de la manera como va asimilando el entorno: va recogiendo hojas, madera, diferentes elementos que luego ensambla y los convierte en grandes peces, los cuales conoce a la perfección; puede describir cuáles son las calidades o las cualidades anatómicas de una picuda, de un marlin, o de una mojarra; o de cualquier otro pez, porque su vida allí frente al mar, y a pesar de ser del interior,  ha hecho que conozca quizás mucho más que los mismos samarios, toda esa variedad de especies, de peces, y los representa a través de su arte.

De Aquarium, Vallejo explica lo siguiente: “Es la manera de hacerle reflexionar a la gente sobre la naturaleza. Estamos en un sitio muy marinero; Santa Marta es ciudad puerto, aquí la gente tiene mucha relación con el mar, entonces, es interesante, teniendo en cuenta que ni siquiera la gente de acá conoce sus especies marinas, entonces, la intención es que la gente los conozca, que también los turistas conozcan ese tema; que lo aprendan a querer y comprendan la problemática de los animales cuando se les da de comer basura, cuando se mueren por tragar plástico, cuando hay sobrepesca. Considero esto un buen inicio, un punto de partida para despertar consciencia, se trata de que la gente despierte de ese letargo que tiene contra la naturaleza, y ya es hora de que nos pongamos las pilas porque se nos está acabando, la estamos dejando morir”.

Entre las creaciones de este artista, se destaca también la realización del logo de la Asociación de Sordos y Ciegos de Colombia, Surcoe. Al respecto, Vallejo anota: “El logotipo simboliza un par de manos comunicándose; ver hablar a dos sordos- ciegos es algo bonito, se cogen las manos y empiezan a escribirse, conversan delicioso, se ríen. Es excelente. Me dio mucha satisfacción haberles colaborado con la elaboración de este logotipo”. 

De la misma forma, colaboró con la realización del Logo de la Cámara de Comercio de Santa Marta.

Sorprende encontrar tantas facetas en un solo personaje; la perspicacia convierte a Carlos Vallejo en un hombre polifacético; el mismo que construyó en madera la casa donde vive frente al mar, el “cachaco” que trabaja por Santa Marta, que deja volar su imaginación y dentro de ella ingeniar proyectos, como el que tiene en mente, de dignificar el quehacer de las trabajadoras sexuales de la calle 12, sacarlas de ese contexto, y, con el apoyo de artistas expertos en body Paint, volverlas obras de arte.

“En este sentido, el cuerpo lo podrían dignificar muy bien cambiándole el horizonte, el perfil, por así llamarlo. Y en el caso de este proyecto, en vez de explotarlo sexualmente, explotarlo como un lienzo, mostrarlo de una manera más amigable; con esto pueden pensar en otra forma de vida, en otra economía. Son proyectos que se pueden sumar a la hora de buscar herramientas que solucionen la problemática de la calle 12”, destaca Carlos.

Por su parte, Zoila Caro, su esposa comenta que jamás imaginó vivir en una casa de madera, la misma que algunos sobrinos llaman “la casa del árbol”; y destaca que Carlos vallejo es de agudo ingenio, es un cerebro perdido, que aún no han descubierto.

“Alguna vez un amigo me dijo “oiga, pero usted completó su sueño”, y yo creo que sí. Aquí vivo muy tranquilo. Soñé con esta vida, soñé con vivir en una casa así”, apunta entre risas Carlos Vallejo.       

1 comentario:

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