Por Yuritza Pacheco
A lo
largo de la academia, me han enseñado que debemos ser imparciales y veraz al
momento de emitir una noticia, que la verdad
es la fuente del periodismo y que estajustamente nos dará la credibilidad que, como profesionales, necesitamos.
El
video del ex viceministro Carlos Ferro y el capitán Angelo Palacios, se ha
vuelto tan viral en las distintas redes sociales que es casi imposible no
hablar de ello todo el día, en las calles, en el bus, en el parque en todas
partes no se habla de algo distinto que el
video que Dávila dio a conocer el pasado miércoles y el escarnio público que desató
exponerlo ante todos los colombianos.
Ahora
bien, si como periodistas somos portadores de información y tenemos la obligación de revelarla
oportunamente a la opinión pública, de decir siempre la verdad y consigo todo
aquello que las fuerzas del poder no quieren que se conozcan, es justo aquí
donde me pregunto ¿la ética periodista dónde
queda? y ¿hasta qué punto llega la intimidad de una persona pública?
Sí,
Dávila hizo bien al publicar dicho video, la opinión pública necesitaba
enterarse, no podían seguir ajenos a esta información, considero que su único
error fue exhibir en su totalidad el video en su página de la F.M solo bastaba
con mostrar algo menos de dos minutos. Claramente, en
este caso, Dávila se apresuró por dar la primicia dejando atrás lo que la ética
periodística.
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