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viernes, 11 de marzo de 2016

Las Crónicas de Colombia: El video, la periodista y el anillo

Por Liseth Castillo

Anoche, mi hermana quería mostrarle el dichoso videíto a una amiga que vino a visitarnos y no tenía idea de la noticia que tanto revuelo ha causado en el país esta semana. Cuando empezó la reproducción en YouTube, mi mamá entró a la habitación y notó lo que miraban, ella ya sabía de lo que trataba, aunque dudo que en algún momento lo haya visto por completo. De inmediato, les pidió que lo quitaran, no quería que escucharan ‘esa cochinada’.

La reacción de mi madre me hizo suponer que la de muchas señoras sería igual: Boquiabiertas, con los ojos como platos y una expresión desaprobatoria, y sus palabras—esa cochinada—sólo reflejaron lo conservadora que es, como muchas de las colombianas, incapaz de tolerar un diálogo sexual, y mucho menos uno entre homosexuales.


Por supuesto, siendo el pueblo colombiano tan conservador, las indignaciones y las críticas no se hicieron esperar. Luego de la publicación del video, comentario tras comentario en la Red reveló el descontento de Colombia con su contenido, no sólo hacia los protagonistas de él, también hacia quien lo publicó sin su debida censura: la periodista, y ahora ex directora de la F.M., Vicky Dávila.

Para colmo, ahora Carlos Ferro, exviceministro del Interior y protagonista principal del video, es víctima del escándalo, porque publicarlo fue hacer pública su vida privada, y violó su intimidad, y estuvo mal. Eso sí, cuando hacía parte de la Comunidad del Anillo no era la víctima, no quedaba expuesta su intimidad, no era malo hacerlo.

Los sensibles colombianos cierran los ojos ante la verdad y se quejan de lo mal que está el país por sus políticos, los cuales ellos mismos eligen, una completa contradicción. De hecho, todo en nuestro país lo es, somos un cuento para niños escrito en un libro de C.S. Lewis: El escándalo de la Comunidad del Anillo salió a la luz pública hace años, pero sólo nos enteramos hace unos días por un video con una conversación sexual y nos quejamos porque nos lo muestran, pero bastante que nos reímos cuando Luis no quería bajar esa perra del carro, y eso también viola la intimidad.


¿Dónde está la coherencia? Bien podría nuestro Dios ser un león y la virgen María una bruja blanca ¿Quién sabe? Cerremos los ojos, entremos al ropero.

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