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sábado, 5 de septiembre de 2015

A eso de la doble moral

Por Yaneidys Mancera Ariza

Tener doble moral es no tener ninguna moral, es doblar las cosas para que siempre te convengan. Es como tener dos personalidades enfrentadas. O termina ganando una de ellas o terminas envuelto, porque ese doblez tiene su precio en la salud subjetiva y psicológica. No se puede estar sensatamente sin coherencia entre lo que se cree y lo que se vive. El ser humano posee algo particular sea religioso o no, se llama conciencia razonable, y todo lo que haga en contra de ella no solo acaba debilitando su moral sino destruyendo su persona.


Como país tenemos muchísimos problemas políticos, sociales y económicos que están congestionados y hacen metástasis, el sistema distinguido de herencia por ascendencia del poder y una doble moral no contribuyen a realizar grandes cambios, prototipo claro nuestro procurador Alejandro Ordoñez, con sus políticas medievales y su aspecto benéfico que se basa en la desigualdad social ante la ley y el poder político.

O es que acaso el procurador Ordóñez no se ha podido adaptar al siglo XXI, que tiene que oponerse a las expresiones de afecto como besos y abrazos entre los estudiantes del país, sin tener en cuenta  que a corta vista es un hecho más por entrecortar el independiente progreso de la personalidad  y el desarrollo de las conductas propias de las personas.

Todos sabemos que los políticos de alto rango cambian el significado de lo que debe ser democracia, y todo a su favor. Como acostumbra hacer nuestro procurador Ordoñez, un segregacionista, un juez que mide con una regla moral simple y declina los actos de los otros. Mostrar sus actos  religiosos y luego darse cuenta que todo se derrumba cuando sus episodios como procurador, afectan al público y dañan su imagen cada día más con sus innumerables oposiciones contra libre expresión; o es que hay que recordarle que existe una Constitución Política donde están plasmados nuestros derechos y deberes como ciudadanos.

La doble moral la podemos comparar con la religión, así como cuando vas a la iglesia cada domingo, pero los sábados y viernes haces y deshaces con tu vida, todo funciona como un ciclo (cometes pecados y pides perdón, cometes pecados y pides perdón. Y nunca vas a dejar de cometer pecados porque siempre vas a seguir pidiendo perdón); así, de igual forma, pasa con la política, se muestra la personalidad de candidatos, pero los actos de ellos opacan todo, absolutamente todo, se les olvida que fueron elegidos o nombrados, según el caso para dar soluciones y mejorar el país, y no para que se llenaran los bolsillos de dinero y se dieran lujos mientras un país entero se derrumba lentamente.


En Colombia la política gira en torno al famoso dicho de “predicar, pero no aplicar”.

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