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viernes, 11 de septiembre de 2015

Hermanos vecinos y ‘enemigos’ políticos

Crímenes de lesa humanidad y flagelos ocurridos por grupos insurgentes en Colombia han perjudicado la situación de los colombianos residentes en Venezuela.

Por Luisa García y Enrique Medina
 
Para nadie es un secreto del conflicto que transcurre hace varios días en los puestos fronterizos entre Colombia y Venezuela, el cual tiene como consecuencia el estado de excepción impuesto por el presidente del vecino país, Nicolás Maduro que dicta un cierre por 60 días como lo impone su Constitución. Las personas ajenas a estos menesteres han pagado los platos rotos, que, en otras palabras, les impide cruzar la frontera en ambos sentidos por dictámenes calumniosos que ha emitido el presidente anteriormente mencionado.


Del mismo modo, el Gobierno Bolivariano de Venezuela nos ha tildado a los colombianos de ‘paramilitares’ y ‘narcotraficantes’, entre otros términos despectivos que han despertado la impotencia de nosotros, quienes deseamos tener un verdadero respaldo contra todos estos abusos. Es así, cómo los hechos vividos en la II Guerra Mundial están resurgiendo actualmente en pleno siglo XXI, donde las fronteras son cercadas con vallas y la guardia nacional armada hasta los dientes.

Para colmo, el presidente Maduro anda ‘metiendo la cucharada’ en problemas ajenos y pretende buscar un responsable por la crisis económica de Venezuela que tiene mucho hincapié en la devaluación de su moneda nacional.  Como resultado, se refleja el fracaso de las doctrinas socialistas, la escasez de los productos de primera necesidad, el aumento de la inseguridad y un pueblo que pide democracia.

Sus interpretaciones subjetivas dan a entender la incompetencia de su mandato, ya que, además de no contar con una preparación profesional, no posee de la autoridad suficiente para gobernar a más de 22 millones de habitantes. Por eso, muchas personas que trabajan para él, son obligadas a participar en sus eventos políticos. De modo similar, es de conocimiento internacional que el poder lo heredó por andar detrás del fallecido presidente Hugo Chávez.

Es así, cómo este mandatario aún no se encuentra consciente que ha cometido actos de lesa humanidad y son pocas las personas que han contado con suerte en huir como ‘perros’ por sectores aleñados a los linderos, atravesando ríos caudalosos y con lo poco que pudieron sacar de sus casas que, análogamente fueron marcadas con letras R y D, que, respectivamente, significa ‘revisado’ y ‘demoler’. No está de más recordar que estos hechos son una réplica de cómo los judíos y homosexuales en la Alemania Nazi eran identificados con símbolos para que fueran burlados en esa sociedad alienada.

En respuesta a este conflicto, la posición inicial del Estado colombiano fue nula, dando a entender que Maduro tenía la razón; no obstante, con el paso de los días, se creó una respuesta sólida y pacífica que caracteriza a un gobierno civilizado. Ahora bien, en vez de generar acciones más radicales, se da un acojo paternal a los afectados, pero con un comportamiento muy dócil ante el vecino país.


En realidad, dichos altercados tiene tanto a Latinoamérica como al resto del mundo a la expectativa de lo que ocurrirá en los próximos días entre estas dos naciones, pues los atropellos hacia la población de la vecina patria inician desde la censura hacia los medios de comunicación hasta el uso de la violencia para el acatamiento de las órdenes, en lo que tiene como resultado el repudio de tantos atropellos y un próximo fin al ‘rojo chavista’. 

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