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viernes, 11 de septiembre de 2015

Guantes de seda del presidente Santos

Por Alfredo Chamorro y Yiseth Jiménez

Lo primero que hace nuestro presidente cada vez que países vecinos lanzan dardos de fuego contra Colombia, es entretener al enemigo, como una mamá engaña a sus hijos cuando le pide un juguete  y le da un dulce, así mismo, nuestro gobierno emite carticas, cuando un país pide soluciones, envía a ministros como hologramas porque él brilla por la ausencia, cuando un país anhela ser defendido, y hace de sus enemigos sus mejores amigos, cuando un país clama por justicia.


No obstante, Colombia  y Venezuela cada vez encojen las líneas de relaciones por parte de sus mandatarios. Por un lado,  Juan Manuel Santos  decidió llamar a los cancilleres representantes de cada país para un diálogo por la crisis fronteriza por la que atraviesan. Y, por otro, el presidente Maduro decidió desalojar la zona fronteriza de los habitantes colombianos y, de una u otra manera, de los venezolanos  residentes en este sector del país vecino.

Pero la solución está muy lejos si quiera de ser nombrada entre los discursos de ambos presidentes. Lo  que comenzó como el cierre de la frontera, desembocó una crisis humanitaria, también vista como una oportunidad de sopesar la tempestad por parte del senador Álvaro Uribe. Cada cual mira los acontecimientos desde su esquina, pero mirando  hacia la pared para no buscar sinceras soluciones.

Maduro asegura que el desalojo forzado de los inmigrantes, la destrucción de las casas, el maltrato físico y psicológico y la separación de madres colombianas con hijos de nacionalidad venezolana, lo hace por la seguridad de su nación y presuntas amenazas de ataques paramilitares de grupos subversivos de Colombia. Pero el presidente Santos, subestima la magnitud del problema y la emergencia la toca con ‘guantes de seda’.

Así, entonces, Colombia vuelve a entrar al mismo vaivén y no se esmera por buscar la raíz del problema. Mientras que por años se ha mantenido una fachada de amigos que pelean y que por ratos se reconcilian, que de una u otra forma, la hipocresía es la protagonista en la inestable relación entre Colombia y Venezuela.


Mientras tanto, los colombianos esperamos las órdenes absurdas de un presidente del país vecino que son como las olas del mar, que van y vienen y que está a la espera de un nuevo disturbio. ¡Ah! y no pueden faltar las fotos de una paz momentánea. 

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