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jueves, 27 de agosto de 2015

Bestias bípedas al acecho

Por Alberto José Jiménez Alfaro

Colombia es un país que está plagado por fieras que cada día luchan por obtener un poder casi absoluto en todo el territorio. Su naturaleza agresiva hace que constantemente estén peleándose, atacándose; provocando, incluso, la muerte de sus contendientes. Sin embargo, estos animales no se asemejan a los leones, hienas o tigres que habitan en las inmensas sabanas de África. No. Los que se encuentran en nuestro entorno son peores; mucho más feroces. Un político no sabe qué es la compasión con su rival.

El paisaje de la política colombiana progresivamente tiene más nubes negras; se torna más oscuro. Escándalos por corrupción son el pan de cada día, en los cuales se ven involucradas personas que venden al pueblo una imagen casi de santidad. Por esta razón, se hace necesario un análisis interno en cada individuo, para percatarnos a quién le entregamos el poder… nuestro poder.


Si tenemos en cuenta que con el paso del tiempo hemos sido subyugados por familias que han monopolizado la potestad de gobernar, de igual forma, tendríamos que examinar a fondo nuestra mentalidad antiprogresista y reflexionar por qué le damos la facultad de administrar una sociedad a personas que constantemente actúan en contra de la misma, y no precisamente haciéndolo de forma inconsciente.

He aquí donde surge el principal y más importante interrogante, ¿quién maneja en mayor grado la doble moral, el pueblo o sus gobernantes? Y no creo que sea una pregunta relativamente nueva. Lo que sí puedo asegurar es que la respuesta debemos darla pronto, porque a sabiendas de cómo son las personas a quienes hemos puesto en un pedestal, seguimos brindándoles la autoridad para que sigan aprovechándose de un pueblo sosegado.

Un negocio. En eso se ha convertido la política. Hoy en día no se busca mejorar las condiciones de vida de un país necesitado, sino todo lo contrario, seguir empobreciendo al pobre y dándole más lujos a quien ya los posee. Veo muy lejos que todo cambie y tome un mejor camino; no porque el pueblo quiera seguir como está, sino porque ya le otorgamos el suficiente poder a los leones, hienas y tigres que se han encargado de desmembrar con fuertes mordidas el cuerpo de una sociedad ingenua.



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