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lunes, 24 de agosto de 2015

ALCANZAR LA PAZ EN COLOMBIA, UNA CUESTIÓN DE EGOS

Por Nicolle Olmos

Todo empezó en un pueblo bonito lleno de fuegos, de esos que arden en el alma cuando hay pasión y, también, de los que explotan en las calles resultado de odios encontrados. En aquellos tiempos, un Presidente y un Ministro de Defensa, ahondaron fuerzas para traer tranquilidad al triste país sumergido en una guerra interna de más de cincuenta años. Cuando llegó el momento indicado, el Ministro de Defensa, Santos, se convirtió en el sucesor de su líder, Uribe, y en un juego de amores y odios, la relación se quebrantó y una nueva guerra encontró rumbo.


La historia se ha tornado de color rosa para algunos y en un cómic de terror para otros. El actual mandatario entabló el famoso proceso de paz con las Farc, que ya se encuentra en sus estocadas finales. Y en medio del ajetreo que trae consigo las conversaciones en La Habana, su oficial detractor, Álvaro Uribe Vélez, no ha escatimado esfuerzos para degradar la noble esencia de la causa, denigrando toda acción del gobierno y haciendo acusaciones contundentes en contra de cualquiera que apoye al otro bando.

Ahora bien, ninguno de los dos protagonistas en esta contienda puede lanzar la primera piedra sin remordimiento, a ambos les precede una larga lista de errores y desaciertos, incluso, a veces comparten responsabilidades como en el caso de los falso positivos. Me atrevo a decir, entonces, que alcanzar la paz en Colombia es una cuestión de egos porque hay una competencia sucia alrededor de la supremacía y la gloria.


La consolidación de un acuerdo íntegro y transparente con las Farc es vital para la transformación de la patria, pero la aniquilación de los egos entre Santos y Uribe, derecha e izquierda, azul y rojo, rico y pobre, campesino y citadino, animalista y taurino, católico y ateo, es la clave para asegurar el progreso de nuestra sociedad tan diversa y multicultural que merece un punto de equilibrio entre las diferencias, allí yace el éxito.

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