Por Steffi
Hernández Papaleo
Luego de tres años de gobierno
del actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, el panorama para él, el
pueblo colombiano y las relaciones que mantiene con sus vecinos –en especial
con Venezuela y Nicaragua-, no es nada alentador.
Los tan mencionados Diálogos
de Paz, en los que hemos visto paseando, viajando y descansando a los líderes
de la Farc, que han asesinado, secuestrado, extorsionado y torturado a tantas
víctimas inocentes, nos saben, a la mayoría de colombianos, a una burla cruel y
cínica. Además de esto, el Paro Agrario que sacudió al país nos muestra la
crítica situación de abandono de la población rural, hecho que evidencia la
primacía de los políticos y dirigentes de sacar ventaja para unos pocos;
inclusive, para otros países, pero no para quienes confían en el Estado como
ente protector.
Recordando la pérdida del
aquel entonces olvidado Panamá, el cual, tras haberse independizado de Colombia
y estar bajo ciertas influencias de Estados Unidos, hoy en día posee nada más
ni nada menos que el canal que posibilita la unión interoceánica entre el mar
Caribe y el océano Pacífico; posicionándose así como una de las economías más
sólidas del continente.
Esta imagen vuelve a mi mente
ante la “tormenta” que se viene apoderando una vez más en el territorio colombiano:
Caso de la demanda que presentó Nicaragua ante la Corte Internacional de
Justicia, por la que en el año 2012, a pesar de no conseguir a las islas y
cayos pretendidos, obtuvo la pérdida de cerca del 43% del territorio marítimo
en el mar Caribe para Colombia. Meses después, Daniel Ortega, presidente de
Nicaragua, vuelve y juega con una demanda de ampliación de su jurisdicción en
sus fronteras marítimas.
Pero al señor presidente
Santos, solo se le ocurrió argumentar que defenderá su plataforma continental
“a capa y espada” de las pretensiones de Nicaragua. Sus soluciones parecen
adivinadas jugando “al ahorcado”, pero, ¿dónde habrá dejado las bonitas palabras
con las que en su discurso afirmó que “ahora que estamos tan cerca de la
victoria sobre la violencia, la pobreza y el atraso”?, ¿o con las que intentaba
esconder la crisis del sector agrario, en un país, principalmente, agrícola?.
¿Cuál victoria sobre la
pobreza y la violencia?, ¿acaso no se ha bajado de su Palacio a reconocer la
crisis en la educación, la salud, el empleo, los niños vendiendo dulces en los
semáforos, los millones de empleados en la informalidad y las víctimas
inocentes de las Farc? Desestabilidad y malas condiciones afectan a todo a un
país, pero, al parecer, esto no lo ve a través de los muros del Palacio de
Nariño. Señor Santos, usted es un verdadero presidente de la retórica, por no
decir que del engaño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario