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sábado, 21 de septiembre de 2013

Solo pasa en Santa Marta

Por Alejandro Pinedo Araque

Como todo ciudadano con sentido de pertenencia, quiero y respeto a mi ciudad; por lo cual, me es imposible callar ante las acontecimientos que se ven a diario. A pesar de que no quiero desprestigiar, solo digo lo que veo: no puede llover porque la ciudad se paraliza y, desde hace más de un mes, venimos pagando un 17% más por un transporte que cada día es más deficiente.

El pasado miércoles, cayó sobre la ciudad un torrencial aguacero que perjudicó a muchos samarios que tuvieron la valentía de salir; digo valentía porque recorrer la ciudad en un día de lluvia es imposible: las calles se inundan sin dejarle alternativa ni a los carros ni a los peatones; además, los taxis dejan de hacer carreras y las busetas se desaparecen.


Esto pasa a menudo y, a mi parecer, la situación se ha vuelto más grave en cuanto a que el agua ha llegado a tapar partes del parque Simón Bolívar. La Avenida del Libertador -llamada así porque este fue el último recorrido de nuestro prócer de la independencia- se convierte en un río con arterias que la alimentan y hasta tiene una desembocadura.   

A todo eso, súmele que no hay transporte. Si no tiene un carro, rece para que un taxi lo lleve a su casa y, si lo hace, que no le cobre  el doble o el triple. No los culpo, el agua daña a los carros y no están hechos para andar atravesando lagunas formadas en las calles. Todo es responsabilidad de nuestros dirigentes, que, durante años, se han hecho los ‘de la vista gorda’ y no han implementado un sistema eficiente de alcantarillado.

Por otro lado, en días soleados se vive una inconformidad alterna: pagamos un pasaje que no justifica el estado de los buses, ante lo cual es injusto pagar $1.400 por un servicio que no cubre las necesidades de los samarios, aparte, los buses están en mal estado y sucios. Tal precio debe volver a ser debatido, debido a que, a muchos habitantes de Santa Marta les sigue pareciendo más económico y eficiente coger una mototaxi, poniendo en riesgo sus vidas.


Problemas como estos hacen al samario poner en riesgo su vida por el olvido de los gobiernos locales, que poco han hecho para cumplir con su obligación y responsabilidad ante los ciudadanos que dieron sus votos por ellos. 

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