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sábado, 29 de agosto de 2015

Una paz que cobije a todos

Por Claudia García Borja

Si bien una de las acciones de gran significado en el proceso de paz son los diálogos que se llevan con la guerrilla, no se debe limitar a ellos. Existen otras prioridades a considerar: la guerra se halla en Colombia; por lo tanto, debe empezar a construirse desde aquí, desde el núcleo en el que se desencadena todo lo que conforma y le da vida al país… la familia. Sin embargo, además de esta también están los que lo gobiernan y administran. Mientras estas partes no estén de acuerdo con el proceso de paz, esta nunca se logrará.


Son tres años los que están a punto de cumplirse desde el día que el país se enteró de que el gobierno iniciaría diálogos con las FARC; durante esos casi tres años, los líderes de los grupos guerrilleros y los mandatarios colombianos han estado en La Habana negociando; mientras que en Colombia las familias de los secuestrados, familias campesinas de Antioquia, Cauca, Caquetá, Nariño, Valle del Cauca, Norte de Santander, Arauca, Putumayo y Meta sufren un calvario por la cercanía de estos protagonistas de la violencia.

En lo que a mí respecta, considero que la paz en Colombia debe llevarse a cabo desde la familia y no solamente desde la selva en donde las FARC y el ejército intercambian disparos, minas, víctimas, heridos, muertos. La paz debe empezar a negociarse también desde las calles en las que prima la delincuencia, ¿puede existir paz en un país en el que no es posible transitar con tranquilidad porque en cualquier descuida le arrebatan hasta la dignidad?

Y falta hablar de un grupo de personajes importantes, los que gobiernan y administran este país. Al ser uno de las piezas claves es necesario que aporten al proceso de paz. Si una de las partes no se encuentra de acuerdo con este proceso, se verá afectado, porque estás partes recurrirán a lo que sea necesario; como lo hizo el expresidente y actual senador Álvaro Uribe al convocar la jornada ‘Marcha para un país con dignidad’, con el fin de mostrar su desacuerdo con los diálogos.


Si lo que se desea es una Colombia con paz es necesario que todas las partes que conforman el país intervengan. Mientras no se involucre el país en general, no se llegará a una paz homogénea, que no solo signifique el fin de atentados, sino también de corrupción, pobreza y delincuencia. 

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