Por Yulibeth Quintana
“Noticias vienen, noticias
van”, como predica Diomedes Díaz en una de sus canciones póstumas. En ese mismo
ir y venir están actualmente las decisiones de uno de los hombre más ricos del
país, el procurador Alejandro Ordóñez, quien no para de jugar a favor y en
contra de la ley constitucional que lo cobija y que él debe representar.
Al parecer, extralimita sus funciones al igual que
la procuradora para la Familia Ilva Myriam Hoyos, a quien él mismo nombró. Pues
la imponencia de sus convicciones religiosas sobrepasa sus obligaciones
constitucionales, que son velar por el correcto ejercicio de las funciones
encomendadas en la ley, entre estas, una de las tantas a las que Ordóñez, hace
caso omiso es defender los derechos de las mujeres, y reconocer los derechos
sexuales y reproductivos como derechos humanos.
Desde este punto se denota
el grado de doble moral que caracteriza al Procurador de esta nación, cuyos principios se alejan de sus
acciones, dado que, en los
últimos días, ha generado
otra de sus polémicas al considerar que dentro de las instituciones educativas
se deban escatimar las manifestaciones excesivas de afecto, como besos y
abrazos, entre los alumnos basado.
Qué vaina jodida; entonces, señor Ordóñez, qué hay del Artìculo 15
de la constitución en el que se establece
el Derecho a la intimidad personal y familiar de mujeres, hombres,
jóvenes, niños y niñas. También lo ignorara para seguir sometiendo al país a actuar,
pensar y comportarse hipócritamente y acorde a ideales propios en vez de luchar
por la integridad y el surgimiento de un país con una mentalidad colectiva.
Bajo que leyes morales se
cimienta para desempeñar su labor y dar ejemplo de su ética profesional, acaso
no es consciente de sus conducta arbitrarias como jefe del Ministerio Público y de los revuelos que ha causado cada una de
sus determinaciones que más que brindarle un auxilió al país lo sigue
sometiendo al vacío.
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