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martes, 8 de septiembre de 2015

Venezuela, un país sin voz

Por Natalia Cujilema y Adalberto Martínez.

Para nadie es un secreto lo mal que está la República Bolivariana de Venezuela en temas políticos, económicos y ahora poblacionales. La Presidencia de Nicolás Maduro tomó por sorpresa al mundo entero debido a la poca preparación que tiene este sujeto para ostentar o más bien para hacerse responsable de un país. En las redes sociales se puede ver cómo las personas aún rechazan de manera casi que total la Presidencia actual de Venezuela; entonces, es confuso cómo llegó ese hombre ahí y cómo los venezolanos han sido permisivos en ese tema.


De las últimas maravillosas ideas del Presidente Maduro en las cuales queda expuesto ante los medios como palurdo para el cargo en el que se encuentra, explicó que muchas de las problemáticas en el país venezolano se debían a la gran cantidad de inmigrantes colombianos que llegaban a ese país a afectar la economía del mismo. Esto me recordó algo así a la problemática que tuvo Donal  Trump en los Estados Unidos, al decir en su discurso de postulación a la Presidencia que “Los mexicanos son los causantes de muchos problemas en nuestro país, vienen con su propios problemas y nos afectan”. No comprendo cómo es posible que Maduro no entienda que Colombia está en mejores condiciones socio - económicas que su país, y que los pocos colombianos que residentes allá era por amor a ese lugar.

Por este motivo, Maduro ordenó la deportación de todos los colombianos no documentados en el país venezolano, acto que se ha visto como salvaje y poco ético de parte del presidente, las fuerzas públicas abuzaron, ultrajaron y violentaron los derechos de todos aquellos residentes provenientes de Colombia no registrados dentro de su República. A las cien mil personas no les dieron la oportunidad de sacar sus enseres y llevar consigo a sus hijos porque son nacidos en Venezuela, cuya norma es fundamental en las normas de los Derecho Humanos.

En esta lamentable situación se han visto estas familias colombianas. Se registraron que los padres quedaron en el territorio venezolano y los hijos en el país vecino. De esta forma, podemos ver la crueldad a la que ellos están siendo sometidos, estigmatizar a estos ciudadanos por los antecedentes que tiene el país no les da derecho para humillarlos. Este trato, antes los ojos del Derecho Internacional son repudiados porque causan tristeza y dolor e indignación.


De esta manera, comparto y le doy la razón al Presidente Santos cuando afirma que “la política exterior de un país refleja los principios y valores en los que cree y así ha sido en nuestro gobierno”. Los intentos de un acuerdo para dar solución al problema no han sido aceptados por Maduro, quien está ciego por su odio. Cada país está en la potestad de cuándo cerrar las fronteras, de expulsar o deportar a los individuos de otras naciones. Esto no se pone en vacilación. No obstante, conocemos y existen leyes o procedimientos que se deberían cumplir de una manera responsable y no sea un acto de violencia a los derechos humanos quienes son objetos de actos imperdonables. No permitamos que los colombianos sean vulnerados en cualquier lugar donde estén; porque así como alzamos la voz en los mundiales, estaremos dispuestos hacerlos por nuestros hermanos, por el simple hecho que ¡Somos América Latina!

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