Por Víctor Castellanos
Los organismos públicos en Colombia
suelen ser cunas de corrupción y mafias, desde los altos funcionarios políticos
hasta los policías patrulleros que recorren las calles buscando una
"bonificación", lo curioso es que esto no sólo se limita a dicho
sector de la sociedad, sino que son los medios de comunicación instituciones
cuestionables y, por ende, somos como sociedad al ser los primeros la
supuesta representación de lo segundo.
Todo el asunto de corrupción dentro de
la Policía Nacional, toda la mafia allí envuelta se ha visto opacada por un
vídeo que en materia de investigación al caso no muestra nada, sino que
evidencia la atracción y el cortejo homosexual entre dos funcionarios públicos,
pero, claro,
nosotros acostumbrados al drama, nos parece mucho más atractivo esto que el
problema en sí o, incluso, cualquier otro problema que exista en el país y que de verdad nos
afecte.
Uno de los puntos interesantes de toda
esta mescolanza de polémica y “novelismo” es que, por primera vez, se ha cuestionado mediáticamente la ética periodística, no se
entiende cómo no se hizo en épocas pasadas cuando el ejercicio del periodismo
se ha visto claramente sublevado por los intereses económicos y políticos de
los propios medios de comunicación, pero, claro, recordemos cómo nos gusta el morbo y el drama de donde
paradójicamente “reflexionamos”.
Vicky Dávila en un afán de primicia o
quizá en un acto humano de venganza en la guerra contra la Policía Nacional por
querer desmantelar la llamada “comunidad del anillo”, no es más que el
resultado de nosotros como sociedad, nosotros que mantenemos el morbo y la
farándula en lo más alto de las agendas de los medios.
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