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viernes, 30 de mayo de 2014

DON JACA, HERMOSAS PLAYAS CONTAMINDAS

Por Eliana Redondo Morales

Santa Marta es una ciudad turística muy visitada por personas de todas partes del mundo, que, atraídas por sus playas,  emprenden viaje a esta ciudad.

 A pesar de que las playas soy muy hermosas, no es extraño en temporada de vacaciones encontrar residuos de alimentos y demás basuras fuera y dentro de estas ocasionando una contaminación ambiental que genera daños al mar y a las especies que viven en él.


En el caserío  Don Jaca, ubicado a escasos metros de la vía férrea, la contaminación del mar es muy evidente por los derramamientos de petróleo que afectan a los peces y los habitantes que viven de la pesca y no pueden consumirlos porque están contaminados. 

Hace ciento veinte años los abuelos de Alberto Urieles ejercían la pesca en Don Jaca,  dejándoles este oficio como enseñanza y tradición a sus hijos y nietos.

Día a día, Alberto sale muy temprano con sus hijos a realizar el trabajo que, por generación, le fue enseñado como fuente de trabajo y con el que puede sustentar las necesidades de su familia. Anteriormente, cuenta que pescaba sin ningún tipo de problemas obteniendo una cantidad generosa de peces, pero hoy en día la invasión industrial y la entrada y salida de buques de alto calaje  se ha convertido en el mayor problema de los pescadores de la zona.

Al salir, los pescadores de Don Jaca a su rutina de trabajo siempre van con optimismo, pero la  mayoría de veces  vuelven a sus casas con una mala experiencia que contar como que el ruido de los buques atrajo pocos peces y alejo a muchos.

Alberto Urieles, a pesar de que la pesca hasta el día de hoy le ha permitido suplir las necesidades principales recuerda todo el tiempo que en la época de sus padres, una faena podía ser de 1.000 kilos de pescado  de distintas especies y que él, actualmente, no alcanza siquiera a pescar: el 98 %  de esa cantidad causándole esto una frustración con la cual no puede hacer nada porque no sabe hacer otra cosa que no sea pescar.

Los pescadores de esta zona se sienten desprotegidos y abandonados porque dicen que no existe ninguna autoridad que vele por los recursos naturales y humanos permitiendo esto que los problemas por los que ellos pasan pasen desapercibidos.

La tristeza los abunda cuando se encuentran con sus redes destrozadas porque los buques con las hélices  las destrozan muchos de estos al encontrarse continuamente con esta situación deciden abandonar la zona y se van  aventurar por otros lugares a ver si su suerte cambia y otros huyen a estas amenazas no dejando sus redes  y cambiando su horario para pescar.

 Aunque el hijo de Alberto Urieles considera que no es un trabajo rentable ir de pesca porque gasta 30 mil pesos en gasolina produce 50 mil y le toca repartirlo entre él y su acompañante aparte los gastos de mantenimiento dice que por lo menos su satisfacción es que está trabajando y no vagando ni haciendo cosas indebidas respetando así la tradición de su familia de pescadores.

Sable, robalo, langostino, macabí son las especies que más se pescan en la zona porque las demás se encuentran en vía de extinción y aunque a los pescadores les preocupa que la invasión industrial dañe el medio ambiente también se preocupan porque esto no les permite a cabalidad obtener una producción buena de lo que la madre naturaleza les brinda.

A los habitantes de Don Jaca que en su mayoría viven de la pesca no les queda otra opción que seguir luchando navegando en el mar en busca de esos peces que le proveen los recursos para vivir y que muchas veces no pueden consumir porque están contaminados.


Es muy triste ver que unas playas tan visitadas por turistas las mismas personas la contaminen con basuras generando malos olores y dañando las especies que habitan en el mar. 

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