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viernes, 30 de mayo de 2014

Santa Marta colapsa los días sin moto

 Por Íngrid Alvarado

Las calles permanecen vacías, la contaminación auditiva disminuye, los accidentes se reducen; sin embargo, el comercio también se ve afectado en el día sin moto, la medida preventiva que aprobó el distrito.


La ciudad se paraliza, asegura Vladimir Díaz, mototaxista que lleva en este oficio cinco años. Díaz vive en el barrio San Fernando, y comenta que es notable la soledad que se respira en cualquier barrio a causa del día sin moto. Dice que la mayoría de gente se abstiene de salir debido a la congestión en el transporte público (buses y busetas).

Según la Alcaldía, desde marzo comenzó a regularse el día sin moto los días 20 de cada mes, dejando sin acción el decreto anterior en el que prohibía la circulación de motocicletas los días 10 y 25 de cada mes, respectivamente. Este cambio fue tomado como compensación al decreto que prohíbe el parrillero hombre durante todo este año.

La medida que, según la alcaldía busca controlar el tránsito de motocicletas en la ciudad y disminuir el número de accidentes y mejorar el sistema de movilidad, perjudica a un gran número de gente.

Entre los afectados se encuentra Andrés Jaramillo, mensajero de una droguería local de la ciudad, comenta que los días sin moto para el, son muy difíciles, pues, esos días solo realizan pedidos a una corta distancia, y aun así, el sistema de buses se entorpece y las rutas son demoradas, sin mencionar el tiempo que duplica por cada pedido entregado.

Dentro de este mismo grupo se encuentra Wilson Videz, cobrador de cartera de la empresa de comunicaciones Tigo, el asegura que esos días, en que no se puede transportar en su propio vehículo afecta directamente su trabajo, no puede cobrar todas sus cuentas del día y las pocas que logra realizar le toman todo el día. Además, se queja de que precisamente en esos días los taxistas se aprovechan y le suben a las carreras intentando hacer su “agosto” cada día sin motos. Videz dice que no está de acuerdo con los días sin moto, le parece innecesario y la ciudad podría seguir su curso solo aplicando el pico y placa.

Por su parte, Victor Nuñez, afirma que esos días son muy tranquilos, el es conductor de bus y comenta que los días sin moto son en su mayoría los mejores días del mes. Habla con tono satisfecho al mencionar la facilidad en movilidad que se respira solo en esos días, y, como la cereza que perfecciona el dulce, en esos días normalmente duplica e incluso triplica la tarifa normal. Comenta con asombro que a veces la cantidad de pasajeros es impresionante, aunque cabe destacar que en esas fechas no sale casi personal, solo la gente trabajadora y la estudiantil, porque quienes deben realizar diligencias cuadran todo para que ese día no sea necesario salir de casa y no sumarse así, a la congestión del transporte.

La vida del taxista es mucho más llevadera, eso argumenta Carlos Piedrahita, taxista de oficio desde hace 8 años. El recuerda que cuando estaban impuestos los dos días al mes si le iba viento en popa, pero que de un tiempo para acá lo cosa ha disminuido, o al menos no es como solía ser. También explica que debe ser porque ahora la gente se prepara y se programa para no salir en esos días y realizar sus actividades en días corrientes.

Otro aspecto que se ve directamente afectado es el comercio, Janer Ávila, vendedor informal de la Carrera quinta, el punto más transitado en la ciudad. Asegura que los 20 de cada mes su venta diaria se ve considerablemente reducida a la mitad, sabe conscientemente que esos días las calles son solas y que quienes salen no lo hacen precisamente para comprar. Afirma que las motos ya hacen parte de nuestra vida diaria y que es difícil desprenderse de la necesidad de utilizarlas. Afirma que en ese sector todos caen en ese costal, el costal de los que no venden.

Incluso el comercio formal se ve afectado, Carlos Pérez, el administrador de un almacén del centro de la ciudad, menciona que los días sin moto afectan el 20% de sus ventas, y que lo único que lo salva es su sagrada clientela formada con los años.


Entonces, independientemente de si se utiliza, se necesita  una moto o no, los días sin moto afectan a todos. Los únicos que parecen salvarse son los vendedores de artesanía, aunque ellos tienen su propia teoría, comenta Adriana Álvarez, artesana de la zona de la bahía, quien no ve reducir sus ventas por motivos de la restricción de motos. Ella sabe que como sus clientes son turistas, ellos no tienen nada que ver con que si hay moto o no. Ellos siempre llegarán ahí a llevarse consigo un recuerdo de Santa Marta.

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