Por Fabiana Ramírez Ávila
El intelecto de
un ser humano no lo es todo, pero, sin duda, carecer de este o no adquirir una
educación de calidad que oriente y sustente sus conocimientos puede llevarlo al
conformismo y al fracaso. En Colombia, puede considerarse que, en estos últimos
años, la calidad educativa ha venido decayendo, y me atrevería a afirmar que esto,
en su mayoría, se debe a la inequidad social.
Es así, cómo al
hablar de educación, no podemos dejar de lado el aspecto social que rodea cada
rincón de la vida de los seres humanos. Respecto a lo anterior, con base en las
columnas de opinión de Guillermo Maya, publicadas en diario El Tiempo, “Educación: no es culpa de los maestros” y
“Calidad de la educación”, pienso
que es posible afirmar que los colegios y las universidades son escenarios de
la diferenciación de estratos, clases sociales, entre otros, reflejadas en la
clasificación de un institución pública, como para “pobres” o personas de bajos
recursos, y privada, para ricos o acomodados económicamente.