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sábado, 9 de abril de 2016

MIEDO COLOMBIANO: PACHITO MÓLENO Y SU PARO ARMADO


Por Evelio Durán, Liseth Castillo y María José Jacquin.

Durante la Semana Mayor, y parte de la siguiente, en las redes sociales comenzaron a circular los audios y las fotografías de panfletos que habían sido repartidos por las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, en los cuales se explicaba que, con motivo de conmemoración del asesinato de Francisco José Mórelo Pénate, miembro del grupo, se “invitaba” a la comunidad a participar de un paro durante todo el día 1 de abril: sí, un paro armado.


Los Gaitanistas, que hacen parte del ‘Clan Úsuga’, extendieron la privilegiada invitación a los departamentos del Chocó, Córdoba, Santander, Norte de Santander, Magdalena, Sucre y Bolívar. Porque claro, ¿quién no quisiera quedarse en casa por la muerte de Pachito? “Quedémonos recordando a Pacho, levantémonos tarde, perdamos un día de trabajo, porque, igual, si salimos, nos van a dar ‘Chumbimba’”, magnífica invitación.

En Santa Marta, el miedo de los habitantes no se hizo esperar: llegado el día del paro, muchos de los establecimientos comerciales permanecieron cerrados, gran parte de la población estudiantil decidió permanecer en casa, las instituciones públicas no laboraron y, desde el mediodía, disminuyó el movimiento del transporte público. Todos tenían miedo, todos teníamos miedo.

El conflicto armado en Colombia ya tiene más de 50 años; sin embargo, parece que hubiésemos regresado a la época en que los grupos al margen de la ley tenían control sobre todas las zonas del país, cuando entraban a las fincas exigiendo atenciones, acribillaban a pueblos enteros y desplazan a millones de familias.

El miedo sigue allí, no se ha disipado. Pero ¿cómo iba a hacerlo?, si el paro dejó muertos en distintas partes del país y hasta hubo quema de buses en Medellín. El miedo nos consume, nos carcome; tanto que confundimos actos delictivos que nada tenían que ver con el paro: en la ciudad, se escucharon los rumores del asesinato de un tendero (¿o era un taxista?) que laboró, y que, al parecer, fue un invento, una mentira ocasionada por el temor de los samarios.


Es evidente que el ‘Clan Úsuga’ ha tomado la fuerza suficiente para extenderse por varias partes del país, y no es para menos: la bacrim ya tiene varios años de haberse conformado y la siguen tomando como unos cuántos vándalos agitadores y revoltosos. No lo son. El paro lo demostró. Quizá el Presidente Santos deba concentrarse un poco más en las “pequeñas cosas” que ocurren dentro del país. ¿De qué nos sirve lograr la Paz en La Habana si ya tenemos otros paramilitares? ¿Para qué?

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