Por María Alejandra
Suárez
Me sorprendí de sobremanera
al encender mi televisión y encontrarme con
noticias sacudidas del video que fue publicado por La FM donde se involucra al ex senador y hasta
antes de ese escándalo el viceministro de Interior Carlos Ferro con la llamada
¨ Comunidad del anillo¨.
Como todos los colombianos
saben, en el video se presenta una
conservación explícitamente sexual,
donde se evidencia claramente unos gustos hacia la homosexualidad, lo cual no es un delito, o y no es por el
motivo que se juzga, sino por el delito de prostitución y proxenetismo.
En base a lo anterior, parto de la firme convicción de que si bien
es cierto que todo ciudadano tiene derecho a la intimidad, este se disminuye
cuando se trata de una persona pública que tiene que rendir declaraciones por
sus actos a la sociedad y aún más si es el prototipo de lo que es ser ejemplo
de moralidad.
Pero como todo en Colombia
es por moda, la discusión se centró en el error que tuvo la periodista Vicky
Dávila de publicar el video sin ser editado, tal vez guiada por la primicia, o
por intereses personales, lo curioso es cómo el editor de La F.M
permite que sea publicado y cuando le viene el país encima le exige su
renuncia.
Es así como nos olvidamos de
lo importante en sí que es como a través de la prostitución y el proxenetismo
son vulnerados los derechos de policías, e
incluso, asesinaron a la cadete
Lina Maritza Zapata, para darle pasó una
cortina de humo que olvida los verdaderos problemas serios del país, como la desnutrición de los niños de La
Guajira, la salud, educación y el proceso de paz.
Sin duda alguna, lo realmente cierto en todo este caso es que
la periodista Vicky Dávila fue la única que tuvo los suficientes pantalones
para enfrentársele a la policía y a los senadores de la República lo que
ocasiona como consecuencia la renuncia de un director de la Policía, un
viceministro y una periodista.
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