Colombia es un país poseedor de todo tipo de
riquezas naturales, cuenta con miles de hectáreas de tierra fértil, lista para
ser cultivada, y, lo mejor de todo, está llena de personas deseosas de trabajar
y producir alimentos para sus familias y para los colombianos en general.
Pero cuando a estos
hombres y mujeres se les cierran las puertas y no se les brindan las garantías
necesarias para que ellos puedan ser fructíferos en su negocio, ¿qué ocurre? El
Gobierno Nacional ha instituido una serie de políticas plutocráticas a lo largo
de los años, donde son los grandes latifundistas y empresarios quienes salen
beneficiados, dejando a un lado a la comunidad obrera y campesina que “se parte
el lomo” día a día para hacer producir el pedacito de tierra que se les ha
asignado.
Nuestro país se rige
económicamente bajo el modelo de la acumulación capitalista del libre mercado
neoliberal, lo cual significa que el dinero queda en manos de unos pocos que
suelen ser los dueños de los bienes y servicios que se producen a gran escala
y, por ende, son ellos quienes poseen el mayor capital; el hecho de que se dé
un libre mercado neoliberal, implica que no estamos exentos de la globalización
y, aunque no se nos prepare para ella, debemos afrontarla.
El Estado refuerza
sus medidas proteccionistas del capital nacional y transnacional y reafirma
también los tratados de libre comercio. Esto último si bien beneficia a Colombia,
a la vez perjudica a las pequeñas y medianas empresas que no se encuentran
preparadas para competir en el mercado internacional. Es así cómo estas medidas
se convierten en un arma de doble filo para aquellos que hacen parte del sector
agrario.
Si sumamos a lo
anterior la cantidad de injusticias y falta de oportunidades para este sector
encontraremos el origen al paro agrario, que nace en una búsqueda desesperada
de soluciones y respuestas por parte del Estado respecto a todas las personas
afectadas por las nuevas reformas y leyes que ponen en una considerable
desventaja a aquellos que se dedican a la labor del agro.
Por otro lado, encontramos cifras dudosas arrojadas por
el DANE que plantean un supuesto crecimiento económico en el segundo trimestre del
presente año en 4.2% y la agricultura y el sector pecuario al 7.6%. Cuando para
nadie es oculto el conflicto que se vive en el sector agrario, que ha dejado
innumerables muertes, miles de personas heridas y otras detrás de las rejas.
El crecimiento económico
en Colombia solo será posible cuando los colombianos cambiemos esa mentalidad
pobre y nos propongamos dejar de depender del Estado y salir adelante por
nuestros propios medios. Así como ejercer nuestro derecho al voto y elegir bien
a aquellos candidatos que gobernarán nuestro país.
Candy Diazgranados
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