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sábado, 30 de agosto de 2014

La sonrisa que se asfixia mediante la muerte

Por William Cadena

Aunque a ciencia cierta no se supiera si Robin Williams seguía consumiendo algún tipo de droga o bebiendo alcohol de forma clandestina, o cuáles eran las verdaderas causas para tomar la decisión de quitarse la vida, es inevitable evocarlo en la mente sin verlo dichoso y feliz.

Estaba enamorado de su trabajo como actor y, seguía ejerciendo ese sueño desde la juventud, así que eso era siempre lo que ministraba cuando le tomaban una fotografía, daba una entrevista o aparecía en sus cintas cinematográficas. ¡¿Qué más podía exigirle a la vida?! Tal cual se enamora una mujer de una flor, para alimentarla con agua y ponerla todos los días bajo la luz solar con la protección de sus manos, Williams se enamoró del oficio que había convertido en el estilo de vida más extraordinario que jamás haya podido anhelar.


Lo cierto es, que Williams no parecía tener razones para suicidarse. En realidad, nadie nunca piensa que algún actor de Hollywood o algún millonario pueda tener deseos de asfixiar su propia vida. Ellos tienen el dinero, el poder, la fama y la gloria; es decir, tienen de forma integral las virtudes que todos nosotros queremos. ¿Por qué imaginaríamos que alguno de ellos pensaría en matarse?, ¿acaso no tienen ellos lo que la mayoría de seres humanos codician?

Después de todo, esto lo juzgamos así, hasta que recordamos, que ellos son personas con sentimientos, con deseos, pasados funestos en ocasiones y problemas como cualquier otro.
Aunque muchos de los famosos viven en mansiones, aparecen sonrientes sobre la alfombra roja, con deslumbrantes vestidos y prendas, rociados sus cuerpos con perfumes de marca, que valdría el alma para cualquier ciudadano común y corriente; es decir, aunque no tengan problemas económicos, sí pueden padecer de otros dolores y de otras carencias. 

“No soy católico, pero he sido chico del coro. Una vez que empiezas con la Iglesia salen las dudas y las preguntas. Lo más importante es que allí encontremos ayuda y consejo”. Robin Williams dijo estas palabras en alguna entrevista, palabras que confirmaban a cualquier audiencia de que llevaba consigo en su espíritu una  seguridad y energía indestructibles.


Sin embargo, con esto, no es que quiera dar una excusa a los lectores sobre por qué tal vez Williams se suicidó, es más bien un comentario, una opinión personal genérica, de lo que sucede en el alma cuando se encuentra carente, vacía, desahuciada, y puede desencadenar una mal final para un cuento de hadas. 

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