En los últimos días la Corte
Constitucional falló positivamente a la posibilidad de que parejas del mismo
sexo obtuvieran el derecho a casarse legalmente, lo que significa un gran paso
a nivel de igualdad y es sinónimo de un aumento en la tolerancia en nuestro
país, si bien las parejas del mismo sexo y las personas con una inclinación
sexual diferente están ganando terreno, nos hemos olvidados de las mujeres que
aún se han quedado sometida y subyugadas a decisiones que no pueden ser
controladas por ellas.
Roles básicos impuestos por la
sociedad, como los de ama de casa, dueña del hogar o el sexo débil quitan poder
a la mujer, que hemos encasillado en cuatro paredes y con una escoba en la
mano, visión que debemos cambiar por la de una mujer detrás de un escritorio
tomando decisiones trascendentales que produzcan cambios importantes en la
esfera pública.
Hablar de un país igualitario
implica un cambio social que más allá de vernos iguales al otro significa
respetar las diferencias y entender que antes de escoger nuestras inclinaciones
sexuales y tomar decisiones que cambien drásticamente nuestra vida somos seres
humanos, lo que nos hace merecedores y acreedores a todos los ítems impuestos
en la Carta Internacional de Derechos Humanos.
Teniendo como base nuestro gran
impacto en la sociedad y la responsabilidad que tenemos para con esta, es
nuestro deber promover cada vez más actos de
tolerancia que aumenten la
igualdad de género; por eso, consideramos que este fallo de la Corte supone un
gran paso en el desarrollo de la igualdad en nuestro país, entender que nuestras
mujeres están en las mismas capacidades laborales que un hombre y que también
pueden tomar posesión de cargos de importancia en nuestro país.
Misael Polo
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